Años habían pasado desde la última vez que se vieran. Lía había partido a una ciudad insomne y Carla había parmanecido en el silencio absoluto desde entonces. Pero Lía regresaba por unas vacaciones bien merecidas y le había mandado un correo para verla. Carla no estaba segura, la sensación de abandono que se había quedado llenando el espacio de Lía aún no se desvanecía del todo, no quería volverla a sentir. Lía sabía que el silencio era más cómodo para Carla que las palabras, pero ella no estaba dispuesta a acceder al absurdo de su zona de comfort nada más así porque sí. Era como borrar una amistad antigua con un soplo de aire. Las calles eran las mismas, los edificios se habían transformado poco, pero la mirada de Lía los sentía a todos diferentes. Entró al Café Azul como quien regresa a casa después de un largo viaje, se sentó en una mesa junto a la ventana. Leyó la carta detenidamente, haciendo tiempo para que llegara Carla. Cinco minutos logró tomar antes verse obligada a pedir ...
Conversaciones en el vacío de muchas voces.