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Mostrando las entradas de 2012

¿Llegará?

Años habían pasado desde la última vez que se vieran. Lía había partido a una ciudad insomne y Carla había parmanecido en el silencio absoluto desde entonces. Pero Lía regresaba por unas vacaciones bien merecidas y le había mandado un correo para verla. Carla no estaba segura, la sensación de abandono que se había quedado llenando el espacio de Lía aún no se desvanecía del todo, no quería volverla a sentir. Lía sabía que el silencio era más cómodo para Carla que las palabras, pero ella no estaba dispuesta a acceder al absurdo de su zona de comfort nada más así porque sí. Era como borrar una amistad antigua con un soplo de aire. Las calles eran las mismas, los edificios se habían transformado poco, pero la mirada de Lía los sentía a todos diferentes. Entró al Café Azul como quien regresa a casa después de un largo viaje, se sentó en una mesa junto a la ventana. Leyó la carta detenidamente, haciendo tiempo para que llegara Carla. Cinco minutos logró tomar antes verse obligada a pedir ...

The come back

- I wanted to tell her how much I had been missing the old life. I wanted to cry a little, with melancholic eyes. I wanted to feel as much sorrow as she felt that night when we found each other again. But I couldn't. I felt no sorrow, I wanted to never return. That life, the one from long ago, was lost to me, it was a blur that ached in my mind. I wanted to forget. Fernanda was siting across the table, telling me her adventures of the past years. I listened with a smile. I nodded every single time, laughed and cried when it was necessary. I looked at her and said "I missed you" with a truthful feeling. She left and I forgot the old life. - You can't forget just like that, honey, snap and it's gone. - I can. - Come on, you know it's not possible. Maybe you've tried, but if you're still feeling the pain... China stood up, a car just stopped by the street light. Romi was walking back from the motel across the street. The dealer wasn't there...

El Mar del Tiempo Perdido

Yo estaba ahí. Parada frente a una inmensidad de agua grisácea que se revolcaba entre una nube de arena y brisa. El viento constante soplaba diminutos granos de roca sobre mi rostro. Permanecía inamovible, con los ojos plantados en un horizonte que no distinguía. No te vi llegar, lo hiciste despacio, moviéndote con la lentitud propia de quien camina contra el viento. Venías con los hombros encogidos, los brazos entrelazados frente al pecho y el rostro sumido en el resto del cuerpo, cubriéndote del arena que volaba en todas direcciones. - ¿Pauline? ¿Qué haces aquí? - Observo el mar... - ¿No te duele la arena? - No me pega. - Me miraste desconcertada. Quisiste hacerme una pregunta pero te la tragaste con la saliva arenosa que bajó difícilmente por tu garganta. - Las he visto. - Hiciste lo mismo. - A las miles de personas que te rodean a cada momento, sé que puedes sentirlas, sé que puedes oírlas incluso. Aunque no te atrevas a admitirlo. - Caíste en la cuenta de lo que te esta...

El buzo

Imagino por tres segundos que tengo la conciencia tranquila, que puedo darme el lujo de ahogarme en las aguas del sueño eterno sin que me duela ver al mundo sumergirse lentamente tras de mí. Meto las manos al agua. Ojalá el monstruo azul me llevara consigo. Meto los brazos, siento sus manos jalar mi cuerpo a lo profundo. Me dejo llevar. Miro todo el tiempo hacia abajo, el azul es más oscuro a cada paso. Floto. Mi respiración se acelera y yo sonrío ante la posibilidad de un viaje vertical que nunca termine. Las burbujas escapan de mi boca, las veo subir a una luz lejana que se ha olvidado de mí. A mi lado, el agua, fría y asombrosamente acogedora, acolchonada, paciente e inamovible. A lo lejos unos ojillos diminutos resplandecen, me observan. Las burbujas se detienen. Los ojos se acercan. He dejado de descender. Permanezco inmóvil mientras un enorme pez se acerca a mi rostro, su aleta ondula despacio detrás de su imponente quijada. Nos observamos con una curiosidad infantil para la q...

El reloj de arena

El arena bajaba lentamente por el orificio de cristal. Elena miraba el reloj de arena con una atención anormal.  Ricardo la miraba a ella, recostado sobre la pared, impaciente. Los minutos transcurrían como humo entre los dedos, ellos esperaban  en el salón creyendo que el tiempo no podría ir más lento. Elena se levantó de su asiento, dio la vuelta al reloj y se paró frente a la ventana. Ricardo se sirvió una copa de vino, se sentó en el sillón. Elena volteó hacia el reloj de manecillas. No va a llegar, ya pasaron casi dos horas. Vendrá,  dijo él, tiene que hacerlo. ¿Y si no? Pues nos vamos sólo tú y yo, ése es el plan. Elena vio la luna reflejándose en el cristal del  auto que los esperaba afuera, sintió un escalofrío fugaz recorrer su cuerpo, le temblaron las manos. tengo un mal presentimiento.  Sólo unos  minutos más. El viento comenzaba a erizarle los sentidos. Ricardo vació la copa y salió de la habitación. Elena vio una sombra junto al auto y se ...

Año electoral, año de catástrofes...

Me estoy cansando de leerlo, de buscarle las entrañas y entender no el qué sino el porqué. Año electoral, año de catástrofes... Así nos la llevamos, entre campañas sucias y mensajes en doble sentido que nada tienen que ver con la supuesta democracia, ni con la realidad siquiera. ¿Somos armas de doble filo? Esta gente que piensa y que busca trasfondos, ¿somos tan inútiles como parecemos a veces? Inútiles en el estricto sentido de la palabra, no parece que en un país cuyo sistema ha caído en la ruina sirvamos de mucho, al menos no ahora. Ya sé, parece que no sé a dónde voy. La realidad es que la represión -de todos lados- nos está haciendo presas de una ira que no podemos determinar. Entre videos de protesta, mensajes en las redes sociales y movilizaciones civiles pacíficas (que siempre terminan en algún tipo de violencia) estamos agotando los recursos blancos. ¿Para qué si parece que no entienden? A los detinatarios no parece serles relevante que levantemos las letras e...

El ángel del olvido

Atravesando la muralla, al otro lado del bosque, entre los árboles de mango, hay una fuente, un manantial que brota de la montaña. Dicen que ahí vive el ángel del olvido. Con sus alas de memoria surca el viento y atrapa pesadillas. Él aleja los monstruos y asusta a los peores sueños, te hace olvidar los miedos. (Raspadura del tronco de un árbol que nadie sabe dónde está. Cuento orgánico que ahora es de Érika)  

Elisa (mientras)

Inevitablemente, la casa cayó desmoronándose a su alrededor. Elisa miraba el firmamento entre los escombros. Las estrellas resplandecían a lo lejos y ella supo, en un instante, que nada de lo que había a su alrededor era real.

El eterno

Tuvo la certeza de haber mantenido al tiempo atrapado entre sus manos, encerrado por un instante en un espacio diminuto. Se miró las palmas después de dejarlo escapar. Ella llegó por atrás, puso us manos sobre sus ojos y notó una diferencia sustancial en su rostro. Despegó las palmas. Dio la vuelta y miró su cara de asombro. No preguntó, no necesitó preguntar. Él la vio con una sonrisa y le enseñó sus propias manos. Es el tiempo, atrapado, inconexo, inamovible, solitario. Separado de los espacios y de la memoria. Es el itempo en sí mismo, en espiral, en infinito, en un nudo constante que se revuelve. Se llama a sí mismo, se busca, se encuentra para volverse a perder. Míralo. Puso sus manos frente a sus ojos y ell abrió mucho la boca. Quiso tocarlo, saber cómo se siente. Se detuvo a milímetros. Supo enseguida que meter el dedo en el tiempo podía cambiarlo todo de manera absoluta. Volvió la mano al costado del cuerpo y lo miró a él de nuevo. Y... ¿qué hacemos con esto? ¿No temes que lo ...

Delirio

Te tengo en la punta de los dedos. Te escribo como si pudiera tocarte, como si pudieras sentir mis llemas deslizándose por tu espalda. Como si me observaras de reojo esperando una respuesta al suspiro que acabas de soltar. Dejo caer un beso en tu cuello, resbala con mis palabras a tus manos que detienen tu cabeza sobre la almohada. Siento tu palma en mi rostro. Me acerco. Me tienes donde sé que me querías y te sigo escribiendo como si te tuviera de frente. Te recito mis palabras al oido. Sientes mi respiración que transmuta en un vaho apenas perceptible. Puedo sentir que me miras, aunque no lo sé por cierto. Puedo sentir tu mano subiendo suavemente por el contorno de mi brazo, hasta mi hombro. Juegas con las pecas, eso también lo percibo. Las cuentas, paseas tu dedo sobre ellas descubriendo formas que nadie conocía. Ahora tú también me tienes en la punta de tus dedos. Escríbeme como si pudieras tocarme.

Ideas

Plantada en alguna parte, no en el corazón sino más arriba, ella tenía una idea que había circulado por su sistema durante años. Afloraba por su garganta y cuando estaba por alcanzar la punta de su lengua, se la tragaba y la depositaba en el fondo de su ombligo. Ayer, cuando escuchaba el mar sin que nadie más se diera cuenta, la idea encontró el camino difícil hasta sus ojos. Hizo una mueca, intentó detenerla, intentó rechazarla, intentó abrir mucho la boca para dejar que se la llevara la briza, intentó sacarla de su nariz en un estornudo, pero nada funcionó. La idea se había escurrido entre la sangre, subido pacientemente hasta las glándulas lacrimógenas y ahora quería escapársele en una lágrima. Por primera vez, ella no podía hacer nada más. La dejó escurrir por su mejilla para depositarse en su mano. Entonces la observó, con la curiosidad de haberla conocido siempre y aún así no saber de qué se trataba. La idea se hizo un charco pequeño, luego brilló con el color que el mar mismo...

La Voz

El paso del tiempo me ha pescado desprevenido. Me veo atentamente al espejo y no alcanzo a distinguir si detrás de las pupilas grises estoy yo o ese otro que he llegado a conocer con los años. Me ha preocupado no saberlo... Suenan dos golpes suaves en la puerta. Él se acerca y abre para encontrarse con aquel hombre atlético, guapo. - Te estuve llamando toda la mañana. - Perdón, he estado ocupado. - Está bien... necesito de tu ayuda. - ¿Qué te preocupa? - Voy a liberarlas... en realidad, voy a liberarlos a todos, pero primero a ellas. Mandaré un auto a buscarlas, las llevará a un hotel y luego nos reuniremos para cenar en algún restorán. - ¿Para qué me necesitas a mí? Parece que ya tienes todo calculado. - Tengo miedo... - Entendía de qué estaba hablando, había cambiado tanto en los últimos días que no siquiera él mismo tenía noción exacta de quién era. - ¿Temes haber esperado demasiado? - Sí... - ¿Temes que te culpen? - También... y temo que al salir crean ...

Ella...

Perdida entre las calles monocromáticas de la ciudad, ella andaba con pasos inciertos, el estómago vacío, el rostro desencajado, las piernas cansadas. Cual animal herido deambulaba entre las sombras esperando no ser vista por el enemigo, por los otros. Encontró un refugio que la alimentó por varios días, pero sabía que tenía que moverse, seguir andando hasta dar con alguno de los revoltosos. De ellos no había noticias, el gobierno decía que los estaban exterminando, que un solo golpe había devastado a más de la mitad de los miles de millones implicados en el movimiento. Malditos alarmistas. Mientras tanto advertían de lo peligrosos que eran La Voz, Revolución, Fernanda, Sandoval... Sandoval, dónde está. Quizá debería volver a casa... ahí estaría segura, quizá. Se detuvo frente a la puerta de una casa abandonada, sopesando sus probabilidades de entrar. A lo lejos se oyó el ronroneo de unos autos muy pesados, las balas empezaron a correr por la calle donde ella estaba. Era momento de hu...

Summer night

It is indeed a cold night of summer. The wind is blowing outside, the rain is falling... Inside there's a warm feeling. Inside there are two people glancing at each other from across the room. Inside there is you and me. I remain quiet, looking at the window, coffee in my hand. You sing along with a rock song, dancing in the living room. I see you, I smile at you and leave an empty cup behind. I join your party. We dance together. We sing together. We smile together. You hold me close and I put my arms around you. We keep singing. I kiss your neck and you look at the ceiling. We keep singing. You grab my face between your hands and I sing the chorus at loud. We keep dancing. I take you closer and you kiss my mouth. We keep dancing. A thunder takes the lights out. The darkness comes from the window. It falls on our closed eyes while we dance to a music that no longer exists. We fall down with the shadows. We kept dancing.

Dark

The light is shut. Nothing but shadows surrounding us. Your mouth on my ear. My hand on your breast.  Our eyes closed. I feel your skin breathing fast. You hear my lips exhale heat. I believe the night should never end. The light is shut but my body can see sparkles.

Espejismo

Te tengo en una especie de memoria finita, encerrada en cuatro líneas desde las que observas los movimientos de mis dedos, el ir y venir de las letras en el horizonte de tus acciones. Yo no veo más allá de lo que permites ver y tú no haces más que lo que describo.... quizá sí lo hagas, sin que yo lo sepa. Mírame a los ojos, háblame. ¿Qué haces ahora?

Minis

Espejismo Soñar contigo me rompe la cabeza, se me alborotan las neuronas y se me quema tu mirada detrás de las pupilas. Ayer lo hice y hoy no pude evitar caminar junto a ti. Hoy no quiero hacerlo, a menos que mañana pueda despertar con tus brazos sobre los míos. Bendito fantasma. Ilusión Cinco minutos de su vida perdidos frente a un espejo que la engaña, le dijo que era hermosa pero nunca la vio a los ojos. La mujer de negro Esa mujer nunca fue la misma. Se vistió de negro para el funeral e interiorizó por siempre el atuendo. La cena Devoró con ganas lo que el plato le ofrecía, olía delicioso, sabía a Gloria...

Isabella

El sol de medio día debió estar sobre las nubes blancas que anunciaban una lluvia ligera. Ella debió estar parada observando el horizonte delimitado por un cuerpo acuífero sin denominación exacta. El prado a sus espaldas relucía en un rerde digno del verano. Tenía la misma postura de siempre, la espalda erguida, las piernas ligeramente abiertas y las manos en las bolsas del pantalón. Raro en ella, traía el pelo largo, oscuro, recogido debajo de una gorra. Se pasó la mano por la nuca desnuda, movió la cabeza a un lado y al otro. Su figura era esbelta, alta y elegante. Vestía un traje café de tres piezas y una camisa blanca. La tela pesada delineaba su contorno como si lo recortara en el azul del agua y el cielo. Esperaba. Suspiró sin darse cuenta, sin decir nada. La inercia la hizo voltear. Sus grandes ojos cafés se posaron en una silueta que caminaba desde el otro lado del horizonte hacia ella. Gritó su nombre y elha le sonrió como si pudiera verla. Levantó la mano y saludó en el ai...

Cuestiones

Mi vida ha estado llena de certezas: la de estar, la de no estar, la de querer estar, la de saber que estaré cuando el momento sea adecuado. La certeza de sentir ha sido siempre la más importante, la que me recuerda de pronto, en esos instantes extraños en los que parece que se me olvida dónde estoy, que me encuentro en el momento acertado. Las preguntas vienen primero, siempre. Ella vino ayer mis sueños y convirtió la última cuestión en una certeza rotunda. Se acercó por la espalda, con esos pasos que retumban en el horizonte distante, con la sonrisa plácida de siempre. Me dio la vuelta por la izquierda y yo la vi pasar de reojo. De alguna manera ya sabía que vendría. Se sentó frente a mí, en una silla que apareció de la nada. Lo hizo con cierta solemnidad, la espalda recta, el cuello alzada, las manos sobre las piernas. Parecía que flotaba. Pero, claro, yo estaba soñando y lo sabía. Era un cafecito, muy pequeño, en alguna calle que se parecía a todas las que conozco. Levanté los...

La Voz

- La complicación de hacer planes tan acelerados es que nunca sabes cómo van a resultar realmente, aquí estamos desde hace cinco días, escondidos del mundo, sin poder comunicarnos con el exterior. Me siento rata. - ¿Por qué estás dudando tanto de ti? Es por ti que estamos todos aquí, por quien hicimos todo desde un inicio, tú nos impulsaste a hacerlo, nos convenciste de la causa. ¿Te acobardaste ahora? ¡No puedes hacernos esto! - Es que... no hay mucho por hacer... - La Voz miró por la ventana. Las calles estaban casi desiertas, sólo algunos soldados circulaban por ellas sin temor. - Tienes razón, me estoy apanicando por nada, lo siento. Fue un lapsus. - Sal de él, te necesitamos. - La Voz respiró hondo, había tenido un par de ataques de nervios desde la última balacera, no podía evitarlos.

Ella

Ella tenía la frente manchada de lodo y las manos de sangre. Había corrido por cerca de dos horas entre las calles de la ciudad y estaba aún muy cerca del centro. No sabía qué hacer. Sandoval se le había perdido varias calles atrás. Miró a su alrededor, buscó reconocer los nombres de las calles para tener una idea de hacia donde ir. Oyó pisotones a lo lejos, gritos de hombres que se decían qué hacer y para dónde moverse. Tenía que seguir corriendo. Tomó la calle de la derecha asumiendo que la llevaría lo más cerca posible de La Voz. El ruido de los hombres quedó a sus espaldas. Cinco minutos después, cuando la adrenalina se había desvanecido en sus venas, notó que necesitaba descansar, pero no podía hacerlo a cielo abierto, era demasiado riesgoso. Buscó una casa, un edificio, en la que pudiera quedarse por un rato, al menos hasta que recuperara el aliento.

Libertad

Fernanda miraba la ciudad desde el ventanal del cuarto, se había bañado con el agua más caliente que pudo aguantar, se había puesto encima nada más que la bata del hotel y se había parado ahí. Se abrazaba a sí misma intentando contener unas lágrimas que no lograba comprender del todo. Los edificios relucían en luces artificiales a lo lejos, las calles bullían de autos y en su mente todo lo que había era un enorme vacío. No alcanzaba a creerlo, ni siquiera a pensarlo, a preguntarse qué hacía o por qué estaba ahí. Se abrazaba a sí misma esperando encontrar en ella un consuelo que no había sido capaz de retener en sus propios brazos. Se sentía más sola que nunca ahora que parecía estar de nuevo en compañía del mundo. Sentía el enorme vacío llenarle las neuronas, escaparse entre las conexiones nerviosas y bajar por su espalda sacudiendo su cuerpo desnudo. Respiró hondo. Se pasó los dedos por el pelo mojado. Abrió la ventana y sintió el aire frío golpeándole los poros. Se sintió... ¿viva? ...

¿Libertad?

La Voz desesperaba detrás de la puerta de la oficina, parecía animal enjaulado. El traje le picaba en todo el cuerpo, la barba al raz le causaba comezón y la palabreja política empezaba a darle dolores de cabeza. Caminaba con pasos indecisos por primera vez en mucho tiempo. Mi primer acto debe ser liberar a los presos políticos, mi primer acto será liberar a los presos políticos, mi primer acto es liberar a los presos políticos. Tenía la mente hecha pelotas entre el parloteo de otros y el interno, escuchaba lejana a una muchedumbre que le aclamaba. Incrédulo, miró el escritorio enorme que yacía frente a sus ojos, al otro lado del cuarto. Ya estoy aquí, donde siempre quise, agárrate de los tenates y anda, esto es lo que estabas esperando, ándale cabrón, pudiste más que ellos, puedes manejar a la masa, hoy puedes manejar a la masa que te quiere. "Estamos listos", dijo una voz masculina abriendo la puerta. Volteó y lo vio de frente, lo abrazó esperando sofocar las dudas en su e...

Desire

Falling... the ocean swallows my heart, my brain, I think no more. I got lost in the sea. That's all.  Falling... deep. I feel the water in my launghs, the heavy burgain of the past running deep into my throught. I'm guessing is some sort of redemption, the killing of a shadow. No, I am not suicidal. I just want to eliminate the nasty feeling of that someone who's being watching me all this time. So... I got myself into the ocean, swalloed the water in an impulse for redemption... redemption. Cleansingnes -what I need. It is a crazy desire -I know, yet a strong desire. I must go for it. I must let myself go into the ocean, fall into the water, go deep... deeper... deeper. The water is cold, solid and so blue it almost feels black. My body is a mere mass of colapsing air. Nothing is left to be told, to apologise, to forget, 'cause everything if washed by the salt pushing it out of my skin. Heavyly, I fall. Once my feet had touched the bottom -rock bottom- I begin the jo...

El plato de fin de año

Cuento corto biodegradable. Solitario, vagando en la playa con el viento de frente, iba yo observando lo que acontece en el mundo. El río daba vuelta por la derecha y caía entre las olas mezclando su frío con el calor de la sal. Allá lejos vienen unos chavos caminando por el ras de las olas. Oigo sus carcajadas. No entiendo qué se dicen. La lengüeta de arena que marca la diferencia entre dulce y salado los espera paciente. Ellos llegan en saltos y risas, buscan por dónde cruzar. Yo sigo arriba. Vociferan. Llegan al final de la lengua. Meten los pies al agua salobre, observan la profundidad. Unos regresan por el centro de la lengüeta, otros caminan por el borde pendientes del lecho del río. Ninguno me ve pero yo los observo atento. En una vuelta que doy, regreso la mirada y ellos ya no están. Los encuentro en un recodo del río discutiendo la forma de pasar. Una ya está dentro, otro la sigue, otras la ven, gritan y deciden quitarse los pantalones para llegar al otro lado. El a...

Drew

Era un ser pequeñito, chaparro y flaquito, o así me lo pareció. Sus ojos enormes me miraron por primera vez en el salón donde solíamos reunirnos con los demás, estaba escondido entre las sombras, con sus manitas verdes apenas saliendo de la túnica negra grisácea que siempre usaba, pegadas ambas a los costados de su cuerpo, su gran nariz sobresalía con su fleco amarillo anaranjado de la capucha que nunca se quita. No conozco su rostro, tengo que admitirlo, he visto sus ojos porque brillan, pero nunca he visto su rostro. Camina chistoso, como dando brinquitos, sus pies rara vez salen de la túnica que arrastra por todos lados. Nada le acompleja, anda siempre sonriente, lo cual es raro para un ser de tan pequeña estatura y tanta extrañeza. No habla, apenas suelta uno que otro sondillo casi chillón, todo lo dice con gestos, es un maestro para darse a entender con las manos. Escribe con cierta solemnidad, en una letra barroca, recargada de florituras, como si fuera una pequeña imprenta de h...

The reunion

Falling asleep, Revolution stared at the ceiling with her eyes wide open, Fernanda left just a few minutes before. They had being drinking and chatting. Revolution felt some comfort sliding down her throat, she had suddenly forgotten the horrors of the last days. The memories kept coming, old days, they seemed so far away, so lost, so unreachable now. Fernanda knew, when she left, that Revolution would go back to her eternal blackness, there was nothing to do about it. Fernanda was kinda gray herself. There was nothing to do about it. The truth, the horrible heavy truth, was that the scars taken by the war were impossible to erase. They were tattooed so deep in their minds. For a night -at least- they didn't hurt anymore. Revolution closed her eyes when the sun started to appeared in the horizon. She didn't dream, there where no nightmares to hunt her today. For a few days the warm feeling of comfort stood with the girls, even China notice the change in Revolutions face. -...

Friendship

The blue in the sky was fading, her eyes stood on the doorway of the white building. She looked up, there was nothing above to tell her if she was in the right place, yet, it seemed that way. Well, this must be it. She pressed the button and waited for an answer. ¿Sí? Soy Fernanda. Ah, pásale. The door opened with a buzz. The building had no elevator, she had to go up to the 7th floor by foot. Revolution's face appeared between the steps. ¡Hey!, es acá arriba, sube. Fernanda took a deep breath. The door to the apartment was open, the light was thin. Revolution knew that their eyes couldn't take a big, shiny light like they did before the war. Fernanda entered carrying a bottle of wine. Traje vino. ¡Perfecto! Va bien con la pasta. They held each other in a warm embrace. Revolution was cooking, Fernanda didn't remember the last time she saw her friend in the kitchen, in fact, she could hardly remember the last time she saw her smiling peacefully. Revolution's face chan...

La ciudad

- ¿Hasta dónde tenemos que llegar? - Hoy... hasta la calle 10, tendremos que caminar toda la noche. - Hat que cruzar toda la ciudad, entonces. - Sí, por lo que oí, La Voz está cerca de la torre. Tenemos que encontrarlo para reunirnos pasado mañana. - ¿Crees que de verdad esté ahí? - Si no, ya lo veremos. - Necesitamos un plan b o una estrategia de salida, por si las moscas. - Si nos encontramos con los soldados ya nos cargó la chingada, no va a haber salida que nos salve ni plan que nos sirva. - Eso ya lo sé, pero si no lo encontramos ahí... - Si no lo encontramos... tendremos que reunirnos con los otros y buscar la forma de hacer ruido sin que nos pesquen, él dará con nosotros en cuanto sepa que estamos aquí. - Espero que así sea. ¿Por dónde te quieres ir? La principal está custodiada, esa no nos conviene, Independencia tampoco, ni Revolución... - Agarremos Sarmiento, esa nos lleva cerca, de ahí callejoneamos hasta que demos con la 10 mañana temprano y tanteamos...

El hada de color morado

Érase una vez un hada de color morado... su historia fue escrita en la puerta de una chica con una cama de princesa loca de manicomio y unos audífonos que transtornan la realidad a su paso. Algún día le tomaré fotos y podrán leer lo que de ella fue.

El regreso

Es la víspera del tres de octubre, Raúl observa las nubes bajar por la colina, tragarse los árboles mientras caen. Mira a la ciudad lejana. Hace seis horas que se separó del último grupo, vio a Sandoval correr cuesta abajo con Laura a su lado. Revolución y Fernanda fueron las primeras en bajar, de eso hacía casi medio día. Las horas a Raúl se le pasaban como la neblina, rodando despacio hacia los pies, pesando levemente en la espalda, penetrando las fosas nasales hasta el cerebro. Dos más iban con él, Eugenia y Manuel, ambos con la misma expresión taciturna, cansados de un viaje que no tenía para cuando acabar pero resueltos a terminarlo a como diera lugar. Vamos por aquí. No, mejor por allá, ahí hay camino y llegamos derecho al Infonavit Dos caminos, de ahí podemos agarrar un transporte o algo así, la neblina nos servirá de tapadera. Ok, por allá entonces, hay que apurarnos o nos quedamos sin luz. Manuel tomó la delantera, él conocía el camino. Eugenia iba en medio. Bajaron sin hab...

El exilio

Las miradas frías, congeladas sobre los edificios en ruinas, recorrían la ciudad de un zarpazo. Revolución guardaba silencio. Habían pasado quince días en el exilio total, entre los bosques de la sierra. Se habían olvidado del mundo por un rato para reponerse de los golpes que habían retenido en la piel después del mítin. La batalla era cruda en las calles, los soldados se paseaban inánimes y la gente ya no salía ni a tomar el sol. El desierto de asfalto se cubría de sangre, sonaba a gritos ahogados en paredes, se sentía desolada. Desde arriba, lejanos, ellos podían sentir la pesadumbre que se vivía a sus pies.  - Hay que reagruparse. Entraremos por lugares distintos, sean sigilosos. Nos veremos en tres días en la torre del reloj, traigan a quienes puedan, junten toda la información que puedan también y encuentren a La Voz. Se dispersaron en grupos de tres y emprendieron el camino a la ciudad-desierto.

El Consejo

Tengo que hacer enmiendas por mi desaparición, algunos me lo piden en broma, otros sólo me observan en silencio. Los he visto a todos en mis sueños. Cierro los ojos y están ahí, esperándome en una sala enorme, platicando entre sí. Me ven abrir las pesadas puertas, se callan, voltean, se yerguen sobre sí mismos, me observan. Entro con paso solemne, moviéndome entre ellos y saludando con la cabeza, sonriente. Los extrañaba. Ellos advierten en mí el gusto de volver.  En el centro, sobre un escalón, hay una silla. Alguien me lleva hasta ahí y me extiende papel y pluma. Se acerca una sombra por detrás, me susurra palabras al oído. Los observo, han vuelto a su tertulia. Distingo la mano que se apoya en el respaldo, sonrío. Escucho, proceso sus palabras. Escribo... La Voz me ha dicho que no sabe cómo continuar con su batalla, tiene problemas para hablar en público, me toca convencerlo. No sabe dónde está Revolución y le preocupa. Le he dicho que no se estrese, es lo mío ayudarle a ha...