Ir al contenido principal

Friendship

The blue in the sky was fading, her eyes stood on the doorway of the white building. She looked up, there was nothing above to tell her if she was in the right place, yet, it seemed that way. Well, this must be it. She pressed the button and waited for an answer. ¿Sí? Soy Fernanda. Ah, pásale. The door opened with a buzz. The building had no elevator, she had to go up to the 7th floor by foot. Revolution's face appeared between the steps. ¡Hey!, es acá arriba, sube. Fernanda took a deep breath.
The door to the apartment was open, the light was thin. Revolution knew that their eyes couldn't take a big, shiny light like they did before the war. Fernanda entered carrying a bottle of wine. Traje vino. ¡Perfecto! Va bien con la pasta. They held each other in a warm embrace. Revolution was cooking, Fernanda didn't remember the last time she saw her friend in the kitchen, in fact, she could hardly remember the last time she saw her smiling peacefully. Revolution's face changed over the years. The first time Fernanda met her she was a teenage, her long brown hair falling always on her face, covering a simple smile, her eyes seeing everything behind the round green glasses she always carried around. Revolution was thin and a little tall for her age. Fernanda saw her across the yard, sitting under a tree, reading a book. There was a bunch of kids playing some sort of sport she couldn't recognize,  Revolution didn't care for them, neither did her. Fernanda walked across the yard and sat next to her in silence. Revolution looked at her and smiled. Fernanda opened a book.

- ¿Está bueno?
- Sí... si te gustan las cosas de misterio.
- Uy, me encantan.
- Ah, pues te va a gustar.

Such a simple conversation started a friendship that has lasted for decades. They lived together during college, shared everything. When The Voice started with the revolutionary movement, they joined together.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

A Gala

Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

Io y Mor (alguna parte de la misma historia)

- ¿Crees que podamos regresar ahora? - No, aún no... espera un poco más. - Pero ya deben estar lejos... - No importa, espera mejor... espera... - Si tú lo dices... - Mor, despierta, ya es hora de volver. - ¿Eh?, ah, sí, ya que es de noche quieres regresar... pues vamos... - Oye, no te pongas de malas ahora, no es momento para estarse peleando. - Llevamos todo el día esperando a que se vayan, Io, se fueron desde hace horas y nosotras seguimos aquí escondidas... - La espera no es en balde, te lo puedo asegurar, quizá dejaron algún vigilante y ahora debe estar dormido, es el momento perfecto para acercarse a ver qué hicieron... - Bueno, vamos... Sus ojos incrédulos hacen juego con su boca abierta en los rostros desencajados. Un establo reducido a cenizas está frente a ellas, no hay una sola persona más a la redonda, los caballos se han ido asustados por el fuego y sólo el aire húmedo del océano acompaña la repentina desolación de Ioanna y Morwen. Ambas caminan abrazadas hacia la casa que ...

La vaca en el tejado

Una vez conocí a una vaca voladora, pastaba sobre los tejados porque decía que allí nadie le quitaba la comida, se comía las hojas de los árboles altos y los musgos que crecían en los techos de las casas. La vaca decía que el mundo desde arriba se mira diferente, si te subes a un edificio muy alto todos parecen hormiguitas y si te quedas en el techo de una casa pequeña simplemente ves todo desde afuera. La gente se le quedaba mirando, a veces la señalaban diciendo: "wow, miren, hay una vaca en ese techo", cuando ella los veía mirándola mejor emprendía el vuelo y comenzaba a pastar en otro tejado. Un día yo contemplaba las nubes cuando vi a una vaca venir volando, me hice a un lado y ella aterrizó en mi techo, metió su hocico en una maceta y se comió los tréboles que yo estaba guardando para hacer ensalada. Fue entonces cuando me contó su historia, de cómo descubrió que volaba un día cuando un ganadero quería alejarla de su madre, y de cómo escapó de la granja en la que vivía ...