Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de 2011

...

Hace tanto tiempo que ha quedado el silencio que ahora se siente como una película de ectoplasma que permanece inerte en el aire. La observé con los oídos bien clavados en su respiración, penetraba el aire a su nariz, por la garganta, a los pulmones y yo lo escuchaba salir lentamente de su boca en palabras casi monótonas, ¿o será que yo no quería escucharlas? Ella hablaba y hablaba de la vida, del mundo, de las vueltas de fortuna... habla y hablaba entre mi silencio taciturno. La miraba a los ojos de cuando en cuando, la luz vivía en ellos desde hacía tanto tiempo que estoy segura de que ella había olvidado la primera vez que la vio. Palpé una predestinación al encuentro que no había podido prever. El silencio empezaba a escurrírseme por la piel y los oídos prestaban atención a los labios que se movían cadenciosamente. Me mantuve prendida de su articulación perfecta, de sus oraciones estéticamente fantásticas, de la boca que las iba recreando cuando picaban en la lengua fugaz. Repetí ...

El escape

Revolución miraba a la niebla apretando la taza de chocolate entre los dedos. Llevaban dos días escondidas en ese infonavit lejano y deshabitado, aún no estaban seguros de si alguien los había seguido o no. Sandoval ya había agotado todos sus contactos en el gobierno y ella no podía llamar a su familia para preguntar o los iban a denunciar. Fernanda se levantó del suelo para pararse junto a Revolución, ambas observaron a la niebla esperando no ver las sombras que tanto temían. Se miraban a los ojos los unos a los otros comk queriendo saber si todavía podían tenerse la fe con la que comenzaron. La guerra llevaba ya unos cuantos meses en curso, los militares deambulaban las calles como perros sedientos, el gobierno entero era una colmena de avispas asustadas. Los revoltosos habían desaparecido poco a poco, sólo La Voz seguía en la ciudad. - ¿A dónde nos vamos mañana? - Hay que regresar... - No podemos, nos van a matar si lo hacemos. - No saben dónde estamos, si regresamos aho...

Lia... otra vez

Lia pensaba pegada a la ventana, Carla la observaba desde el sillón sin preguntar. Las preguntas se arremolinaban en su cabeza como volutas de humo que penetran por la nariz para alojarse irremediablemente en las neuronas. Se sintió ligera, luego muy pesada, algo le ardió en el corazón y le hizo nudo la garganta. Tenía una pregunta pendiente. Miró a Carla como esperando oír la respuesta pero sabiendo que no era ella quien debía dársela. "Ve a buscarla", fue todo lo que le dijo. "Pero..." y se quedó en silencio viendo de nuevo a la ventana. Lia había querido volver a verla, pero no había tenido el valor para hacerlo. Se había detenido varias veces con el celular en la mano y su número marcado sin atreverse a presionar el botón. Decidía olvidarlo y días después volvía a asaltarla la idea. Qué hacer. Carla no decía nada, la veía sufrir en silencio, dudar y sufrir. La verdad es que ese número nunca sería marcado, jamás volverían a verse, ni a hablar, ni Lia se atreverí...

El inicio de la guerra

Revolución miraba desde la ventana como la gente huía despavorida de los militares que los asediaban. La Voz la tenía encerrada detrás de la puerta blanca del despacho, no había permitido que nadie saliera en horas y daba vueltas erráticas por el cuarto con lo brazos cruzados. De cuando en cuando paseaba sus dedos nerviosos por su cabello oscuro o por su barba prominente. Se detuvo junto a ella. Le habló por encima del hombro izquierdo como si más bien estuviera teniendo un soliloquio. Revolución respondió en monosílabos y se fue a la segunda pregunta. Se acercó a Fernando que estaba sentada en el sillón del centro con los brazos cruzados y la vista clavada en el techo, el seño fruncido. Sandoval caminaba nervioso, dando saltitos cuando sonaba el celular, hablaba parcamente y contestaba sintético. -        Deberíamos estar afuera.- Dijo Revolución a un lado de Fernanda. -        Sí, deberíamos… tenemos las arm...

La carta

Ayer tuve la certeza de ver la luna reflejada en las olas, mecerse hasta la playa y hablarme. Estaba soñando. Lo sé porque volví a ver su rostro en la luna y sus ojos entre las olas. La extraño tanto. La última vez que la vi sus labios eran azules como el hielo, su cuerpo congelado e inerte yacía pesado sobre la borda del barco, mis lágrimas se mezclaban con la sal del agua marina. La mujer verde me miraba como nunca, vacía. Quise lanzarme al mar oscuro y recuperar el aliento que había dejado adentro. Quise desgarrarme el alma y regresarle la vida. Ayer me detuve frente al mar y le lancé mil blasfemias, hubiera querido matar a Poseidón con las manos desnudas por habérsela llevado tan de pronto. Lloré toda la noche. Discúlpame si te lo digo tan de pronto, pero la extraño, la extraño tanto que no puedo contenerlo. Quisiera salirme de mi cuerpo con las lágrimas, quisiera que el de esta noche fuera el último aliento que yo tomara. No creí sentirlo tanto, pensé que tenía a la muerte super...

La mente de la mujer de negro

Volví a soñar con el hombre azul. Estaba sentado de espaldas a mí en la cafetería de la 3. Su traje de rayas  resaltaba entre la clientela estudiantil del lugar como una mancha de café en un mantel blanco. Vi el contorno de su cuerpo y se me estremecieron los nervios. Tuve la certeza instantánea de que era él sin serlo. Algo me decía que detrás de ese espeso cabello oscuro había sonrisa malévola al asecho. Juraría haberle visto los labios de Guasón desde el reverso de la cabeza. No quise acercarme, pero él ya me había visto y me llamaba con la mano. Caminé sigilosamente, nerviosamente, hasta la mesa y me senté frente a él sin saludarlo. No dijo nada. Si lo hizo, yo no lo escuché, estaba absorta en sus ojos oscuros y endurecidos, casi vacíos. Me parecía monstruoso detrás de la máscara de dulzura que solía ser su rostro. Lástima, pensé, era muy guapo, ahora se ve deforme: ojeroso, pálido, demacrado, ríe nervioso, pareciera que tuviera miedo de que alguien lo asaltara de pronto. Debe...

Ella...

- ¿Está bien? - Sí, creo que no ha comido, por eso se desmayó, tráele una coca, no seas mala. - Sí, voy. Ella abrió los ojos y se descubrió a sí misma en un cuarto blanco, acostada en un sillón pequeño, con el pantalón y el sostén desabrochados. Un rostro amable y barbón la observaba soplándole con un fólder vació. - ¡Hola! - Le dijo muy sonriente el hombre de la barba. - ¿Hola? - ¿Te sientes bien?... Te desmayaste hace un rato en la calle... - Ah, sí, estoy bien, gracias. - ¡Cuidado! No te levantes, mejor quédate ahí un rato. Ahorita te traen una coca para que te sientas mejor. - Yo... - No es pregunta. - Sonrió.- No te voy a dejar que te vayas hasta que te la hayas tomado, es un hecho. Ella lo miró con una mezcla de asombro e incomodidad. Le sonrió por compromiso. ¿Quién es? Sé que lo conosco, se me hace familiar, pero... ¿dónde lo he visto? No se parece a ningún actor, ¿o sí? Le tomó unos segundos más recordar su voz. ¡Es él! Recordaba entonces a su hermano, en la prep...

Tiempo después

Después de una ausencia necesaria del ciberespacio, regreso al blog. Tengo como mil cosas en la cabeza, quisiera decirlas todas pero ni el tiempo ni la página son suficientes. Revolución me ha estado pegando de gritos en los oídos, quiere salir corriendo de mis neuronas y materializarse. He leído las noticias, algunas -si leo todas todos los días me voy a volver loca de coraje-, y cada vez que lo hago siento cómo su voz me apabulla la cabeza, quiere salir. El problema aquí es que ninguna de las dos -ni ella ni yo- estamos convencidas de tomar el toro por los cuernos de manera solitaria y empezar a darle de palos a la situación absurda en que vivimos, aunque las dos creamos que ya va siendo hora de un cambio radical. Si no logro cambiar mi historia, cuando menos cambiaré la suya. Aquí se las voy dejando a pedacitos. Su nombre es Revolución y necesita ser escuchada.

La otra cara de Revolution

Caminaba por las calles vertiginosas de una ciudad portuaria, la madrugada se le antojaba soporífera pero la adrenalina de la víspera aún le bullía en las venas y no pudo controlar el instinto nativo de vagar sin rumbo. La mente estaba embotada en gritos, tamboreos, músicas estruendosas y ruidos incesantes, la ciudad silenciosa. Con los pies apretados en dos botas gruesas de casquillo, las manos metidas en los bolsillos de la gabardina beige y los ojos apretados detrás de los lentes de visión lejana, andaba con rapidez, como perseguida por el viento. Entró a un callejón vacío y sintió a su pecho contraerse de súbito, exhaló un vaho de insatisfacción que ya no podía contener. Revolución la vio venir desde el otro lado de la calle, se detuvo frente a ella para cortarle el paso y quiso hablarle. Ella le dio la vuelta. Revolución la siguió. Ella viraba con rapidez en las esquinas, siguiendo a su perseguidora con el rabillo del ojo. Revolución no le quitaba los ojos de encima. Llegaron a un...

Minimizando

Extrañando 1 She says she's got what I need, the right amount of it all. I say I've got no room for her, she should now be gone. We wonder if it'll ever be, whatever it is we're both looking for. I know, it'll be, it'll apart that's all. 2 En la tarde, con la luz del sol cayendo sobre los lomos de los volúmenes más antiguos, ella recordaba la vez que hablaron bajo el árbol del fin del mundo. Siglos después, te sigue extrañando. 3 Hoy tengo cierta zozobra en la cabeza y la lluvia ha hecho un charco en mi mente. Se me enmoheció la memoria. 4 Quiso decir que no tenía tiempo, dar la media vuelta y marcharse. Sus ojos se lo impidieron como siempre.  Extraños Por semanas he cazado a este ser extraño. Me ha eludido entre las aguas los árboles. Le he encontrado agazapado entre la hierba. Me miró a los ojos con rudeza y dijo: ¡despierta! Ahora sé que tendré que volver a buscarlo.

Escenario

Siento la garganta adolorida, atiborrada de alguna especie de nudos consecuentes que se mueven hacia arriba y hacia abajo sin ton ni son. Me siento fatal. Desde que las luces se apagaron anoche en el teatro y todo quedó vacío, yo siento los nervios crispados y unas ganas incontenibles de llorar. Me he mantenido al margen del drama, como siempre, mero espectador. Ni a tramoyista llego, imposible. Ella lo miró con desdén y él volteó el rostro a la nada como no queriendo saber de qué se trataba. Ella salió del escenario sin decir una palabra y él se quedó llorando con el rostro enrojecido de furia. Ella volvió. Él le dijo que se fuera, que no volviera más. Ella quiso replicar. Él la miró con dureza. Callaron. Empezaron a bailar una especie de tango embravecido de miradas y palabras cortantes. Se laceraron las pieles a golpes verbales. Se acercaron a milímetros. Se alejaron kilómetros en sólo dos sonidos. Ella respiró muy hondo, sus ojos se helaron y su expresión se puso rígida. Él la vio ...

El sillón

Una tarde noche, cerca de que la luna se asomara entre las nubes, una niña y una prima nadaban en una alberca fortuita.  Una borbolla de burbujas apareció de pronto en una esquina haciendo blop blop blop. Una sombra amorfa se podía ver debajo de las burbujas. Del agua, de entre el blop blop blop, salió una esquinita mullidita de tela verde estampada. Apenas y se veía entre el alboroto. ¡Era un sillón! Pequeño y acolchonado que apareció al otro lado de la alberca. Despacito, se acercó a la niña y la invitó a sentarse sobre él. Le dijo que él flotaba muy tranquilo y que ella podía ir en él a lo hondo. Pero ella lo miró con extrañeza y le dijo: - tú no eres un sillón, los sillones no nadan. - ¡Ah!, pero yo soy un sillón especial que nada en las albercas. - Pero los sillones no hablan… - respondió ella. - Es que yo soy un sillón mágico que habla y nada en las albercas. - Pero los sillones no hablan porque no tienen cara… - Claro, y en la cara tiene uno la boca con la que habla, ella...

Mario

- Quiero un beso de tus labios. - Síguelo esperando... - Por qué me torturas. - Por que me sigues buscando. - Anda, no seas mala, ya déjame probarte, sólo una vez... qué tal si te gusta. - Y qué pasa si no... - Pues hasta ahí la dejamos. - No me convences. - No seas tan testaruda, anda... - No seas tan rogón, véte a tu casa y déjame en paz. Seguro tu mujer te está esperando. - Ya te dije que no es mi mujer, es mi hermana. - Aún así... te ha de estar esperando, ya es tarde. - Ay, contigo, pero algún día caerás, verás que sí. - Apuesta lo que quieras, galán, conmigo no vas a poder. Se fue y no volvió hasta los tres días, la barba recortada, los músculos marcados y la pose de "puedo con todas" lo decían todo. Me quería para él. Vino a hablarme de libros y de cine, me dijo maravillas de todas las cosas que pudo. Quiso endulzarme los oídos con su platica culta. Trajo consigo una botella de vino, del mejor que pudo encontrar, de tal y cual uva, de algún lugar lejano. Quiso impresi...

Mini, minis

Soñadora La niña de los colores en el rostro pensaba, viendo a las nubes, que sus sueños eran imposibles. Se levantó del pasto y volvió el rostro hacia el sol. Se dio cuenta de que sus pensamientos estaban errados. Metamorfosis Mientras la marea subía, él se quedaba en la roca esperando que el agua le llegara al cuello. Cuando ésta bajaba, él se estiraba hasta que el agua le cubría los tobillos. Un día la marea pasó de su cuello, le llegó al pelo y él no tuvo más que volverse pez. Guerra Con la conciencia tranquila caminó por el pasillo desierto, estaba cubierto en sangre. Respiró profundo y saboreó la luz del sol antes de caer frío sobre la hierba.

El fin del hombre azul

La última vez que lo vi me habló de nosotros, como si existiera algo aún. Me dijo lo mucho que me extrañaba y me contó cosas del pasado que hasta ahora yo desconocía. Debo admitir que tuve miedo al mirarlo a los ojos, creí que no reconocería al hombre detrás de las pupilas azules, peor lo hice. Era el mismo de siempre, el de aquella librería al final del callejón donde Rojo se detuviera años atrás. El hombre azul había vuelto de su locura, de su viaje por esos lugares inhóspitos que llaman inconsciente. Me hablaba con una dulzura que yo creía perdida y me miraba a los ojos como si todo hubiera sido una pesadilla. Yo lo veía con asombro y no rehuía de su contacto, la respondía en monosílabos, impactada. - Soy el mismo de siempre, ¿me has olvidado? - No... - Pero me observas como si lo hubieras hecho, como si no me reconocieras. - Sí... sí. - Sí, ¿qué? ¿No me reconoces? - No...  - Es natural, el doctor dijo que pasaría un tiempo antes de que pudiera ser yo totalmente... pero aquí e...

Más minis

Blancanieves Tenía la certeza de que el espejo mentía. Se había mirado mil doscientas veces en él esperando que le dijera algo distinto, pero él seguía con la misma historia, una y otra vez. Cuando creyó cada palabra que salía del cristal, tomó una decisión: la niña debía morir. El niño perdido Junto a la tercera estrella de la derecha está el mundo perdido de su infancia, lo recuerda como si hubiera sido ayer. Verse en los charcos de las calles polvorientas le hace pensar que puede volver, pero él sabe muy bien que es imposible hacerlo, las noches en el árbol se terminaron el día que cumplió 20. Lo celebró en un pequeño bistro escondido entre las calles de Londres.

Lluvia

Ayer soñé que llovía, me desperté sintiendo las gotas de lluvia en mi piel, pero todo estaba seco. Me quedé con la ilusión, aún me parece que llueve detrás de las ventanas y que sólo son mis ojos los que ven la sequedad del día. Quiero salir a mojarme, dejar que una lluvia ligera corra por mi piel y se lleve este calor que me atormenta. Creo que tendré que conformarme con un baño... Pero no quiero. Invocaré al dios de la lluvia, a Tlaloc o a otro, a quien sea, danzaré para él hasta caer al suelo. Le haré libaciones, le rendiré tributo y le oraré todo lo que sea necesario. Deseo la lluvia. Me conformo sabiendo que la temporada no tarda en llegar, pronto caerán las primeras gotas del cielo y yo saldré a la calle como una niña a mojarme. ¿Alguien me acompaña?

Anoche

Hablé con la voz baja, en un susurro que sólo sus oídos pudieron escuchar mientras bailaba al compás de esa música estruendosa. Me oyó de milagro. Parece que fuera un sueño. Su cuerpo moviéndose tranquilo, cadencioso, impaciente. Sus ojos clavados en mí, los míos en ella. Sus manos bailando con el viento y su sonrisa entre las miradas de los otros. Estaba ella a lo lejos, yo aquí, cerveza en mano, bailando sola. Se acercó a mí. Recuerdo sus movimientos pausados, acompasados, y su sonrisa luminosa entre la penumbra del antro. Después del "hola" vino la narración de sus últimos días. Después del primer roce, sus dedos tomaron a los míos, su frente llegó a mi rostro y sus labios tocaron mi boca. La música siguió sonando y yo seguí esperando que se detuviera. Ella pedía lo mismo mientras acariciaba mi brazo. Mi mano en su cintura, la suya en mi cuello. Los ojos ajenos sobre nosotras. Sentí que lo sabía todo de ella, que la conocí tiempo atrás y sólo había vuelto a mí para termina...

La resaca de Lia

La resaca era lo único que cabía en su cerebro en ese momento. El dolor de neuronas no la dejaba reaccionar para volver al mundo real. Cerró los ojos. Sintió los párpados como tapetes de púas contra las pupilas. Quiso que el mundo se la bebiera de un sólo trago. - No puedo ni moverme, me duele hablar, me duele estar despierta... pégame un tiro, ténme clemencia, apiádate de mí... ándale, ¿sí?... aquí mira, directito a la cabeza, que me explote... de todas formas siento como si me estuviera explotando desde ahorita. ¡Carajo! ¡No mames! Neta me duele un chingo... - Ya bájale a tu drama, nadie te dijo que tomaras tanto anoche. - Pues no, pero... - ¿Pero? No me vas a decir que esto es mi culpa, o ¿sí? - No, bueno sí... no, no es tu culpa. Fue Carla la que me hizo beber así. - ¡No inventes! Te lo bebiste tú solita, nadie te puso una pistola en la cabeza. - Pues pónla, ahora, por favor... - Ya cálmate, Lia. Tómate la pastilla que te dí, duérmete otro rato. Ya se te pasará. Se recostó en la ...

Captiva

Me tuvo cautiva por tres días y tres noches, en la penumbra del salón, con sólo una pequeña lámpara alumbrando a sus herrumbradas palabras. Lo leí y lo leí como si mi vida terminara con el punto final de su última oración. Me habló de celos, de amores sin barreras y de pasiones fugaces. Le creí cada palabra. Ilusa. Le tuve paciencia durante sus cavilaciones descriptivas, mientras él intentaba recordar cómo era qué, yo seguía sus desvaríos con las pupilas. El sillón me hizo un espacio entre el frío del salón. Los libros de los estantes me hablaban, buscaban engatuzarme con sus títulos pomposos y sus autores renombrados, esperanzados en que dejara mi cárcel de letras para atiborrarme de ellos. Todos ellos. Sus susurros no causaron mella en la fascinación de que era presa. Sus desgastadas páginas pasaban como olas, una a una en cuestión de instantes. Pequeños instantes. Me bebí los capítulos, hasta el último. Quedé hipnotizada por la soltura de su narración y el desprendimiento de sus imá...

Yinx

Quiero decirle la verdad. Mirarla a los ojos y sacar lo que he pensado durante todo este tiempo. Quiero hacerlo realmente pero no sé cómo vaya a reaccionar. Qué tal si me sale con alguna de sus frases prehechas: lo sabía, debiste decírmelo antes, porqué no me habías dicho; o con alguno de sus sarcasmos habituales. Qué tal si sólo se enoja conmigo y me pide que me vaya con una mueca de desdén... Creo que mejor no le digo nada. Ya para qué. Oí sus pasos penetrando a la habitación. El cerrojo de la puerta sonó con un click desesperado. Ella vino y se hundió en las almohadas abrazando a una. Yo la miré, caminé alrededor de la cama esperando una señal. La escuché sollozar y mi corazón se hizo pequeño. - Ay, Yinx, ¿qué hice? Abracé su cuerpo peludo y lloré mientras él ronroneaba a mi lado. Es el único que me escucha sin decirme nada, sin reproches.

Gochón

Lo he estado pensando, le doy vueltas y vueltas en la cabeza como si fuera carrusel sin sentido. Es hora de empezar a escribir tu historia, no la del mundo, no la de los otros, no la de los ojos de verdad que pueblan el universo... la tuya. Empezando por aquí.

A Gala

Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

Fantasma

La noche era pesada, el día había pasado con rapidez y las horas se habían quedado atoradas en el cuarto azul. Lorena se levantó intranquila, caminó al baño, miró al espejo...  No volví a escuchar su voz, sus pupilas se perdieron en el reflejo y su cuerpo se desvaneció en el baño vacío.

Revolution, the beginning

It was the last day of summer, Millo came to me with an idea that would end our days of freedom forever: a protest... I remember the day because it was really hot, and the heat died that night. Millo said we should gather everyone around on the fifth of september, in the university's plaza, then march up to downtown. - I remember the fifth of september as it was yesterday, and I wan't to forget it... so badly.

Sara piensa

Ayer estuve pensando en ti, sin que tú lo supieras. Me quedé observándote mientras leías tumbada en el sillón y tomabas notas en tu libreta verde. Pensé que no te dabas cuenta, pero me sonreías de pronto sin mirarme. Me preguntaba qué pasaba por tu cabeza, qué pensabas de aquello de lo que tomaste tantas anotaciones, qué sentías cuando mis ojos se clavaban en tu boca, qué se te antojaba cuando mojabas tus labios con tu lengua. Quise meterme en tu mente y saberlo todo. Hace mucho que tengo ganas de saberlo todo. Suena un poco enfermo, lo sé. No importa. Deseo tanto estar contigo que quisiera hacerlo incluso cuando estás en tí misma. ¿Me explico? Que amor tan atroz el que te tengo, tan intimidante.  A veces creo que es absurdo lo que pienso, que tanta pasión no puede durar demasiado y que en algún momento vas a cansarte de que te observe. Quizá la que se canse sea yo. O, tal vez, nos acostumbremos tanto a ello que no nos parezca anormal, ni único. Le tengo miedo al vacío, Lia, m...

Gala

Si tuviera una máquina para viajar en el tiempo, retrocedería tanto que pudiera encontrar a mi sueño antes de que existiera.... Quisiera formarte con arcilla y agua, hacerte de carne y hueso por alguna deidad, traerte a vivir bajo las estrellas y esperar... esperar a encontrarte con los años. Quizá, algún día, me encuentres donde menos lo esperamos, me mires a los ojos desde lejos y sepas que fui yo quien volvió las lunas para traerte a la vida. Que el destino haga de nosotras lo que quiera después...

El cuento de la mujer de las mil caras

Había una vez un reino muy lejano, gobernado por un rey de tez oscura y ojos almendrados, sonrisa tranquila y voz grave. Era un reino tranquilo, muy tropical, lleno de colores y figuras distintas, de plantas y animales exóticos. Todos vivían felices en medio de una fiesta perpetua. El rey miraba a todos desde lo alto de su palacio, un palacio hermoso de maderas aromáticas y telas coloridas que estaba plantado en la copa de un árbol muy alto. La gente veneraba a su gobernante por ser justo y agradable, lo seguían a toda costa. En este pueblo no se recordaban las guerras, se cree que nunca hubo alguna. A las ocho de la mañana comenzaba el día, justo cuando el sol subía por los árboles de la selva y el calor comenzaba a dorar las pieles de las personas. A las doce del día, cuando el calor húmedo se volvía insoportable, la gente se daba un tiempo para el ocio, algunos leían, unos dormían, otros jugaban juegos de mesa. A las nueve de la noche se acababan las actividades laborales, pero c...

Revolution

Tengo la certeza de estar siendo estudiada. Siento sobre mí decenas de ojos que me observan, me palpan, admiran mi cuerpo y mi mente como si yo fuera un alienígena recién caído del espacio. Sé que no recuerdo las estrellas. Me tocaban con sus dedos beligerantes y me hacían preguntas absurdas sobre algo que nunca entendí. No quiero comprender. Por meses me trataron como a una bestia. Comer, un privilegio. Leer, una necesidad de supervivencia. Mientras me tuvieron en esa caja de cemento, no vi la luz del sol, no distinguí día de noche, ni supe cómo pasaban las horas. Creé historias en mi mente, me conté miles para olvidar más que para dormir. Ahora hacen experimentos mentales conmigo, intentan quebrarme... Las paredes de la celda se quedaron impregnadas de mis letras, talladas en lápiz, en piedra, con las uñas si era necesario. Quería recordar porqué había llegado ahí, cómo y qué me habían hecho. Quería recordar para odiarlos hasta la muerte y vengar mi deceso viviente si pudiera hacerlo...

My name is Revolution

Mi nombre es Revolución... Hace años, cuando la cosa estaba dura y el gobierno apretaba insistentemente por todos lados, mi cabeza sobresalía del montón, hablé fuerte, grité harto y los opresores voltearon a verme como suelen hacerlo con quienes decimos las cosas tal y como son. Apenas ahora, bajo el farol de un callejón nocturno, me atrevo a escribir mi historia. La China me ha pedido que se la cuente, pero a ella le salen chambas a cada rato y es difícil seguir el hilo de lo que estaba diciendo, mejor se lo escribo y se lo leo cuando regrese de con el cliente del Bora azul. Un día de diciembre - lo recuerdo nublado y frío, con un sol que apenas asomaba entre nubes delgadas -, estaba yo con todos mis amigos en una manifestación afuera del palacio de gobierno - lo pongo en minúsculas porque le he perdido todo respeto -, pedíamos la libertad de algunos presos políticos que eran inocentes, la igualdad de derechos para quienes no la tenían y un cambio radical en las políticas de ultradere...