Ir al contenido principal

El escape


Revolución miraba a la niebla apretando la taza de chocolate entre los dedos. Llevaban dos días escondidas en ese infonavit lejano y deshabitado, aún no estaban seguros de si alguien los había seguido o no. Sandoval ya había agotado todos sus contactos en el gobierno y ella no podía llamar a su familia para preguntar o los iban a denunciar. Fernanda se levantó del suelo para pararse junto a Revolución, ambas observaron a la niebla esperando no ver las sombras que tanto temían. Se miraban a los ojos los unos a los otros comk queriendo saber si todavía podían tenerse la fe con la que comenzaron. La guerra llevaba ya unos cuantos meses en curso, los militares deambulaban las calles como perros sedientos, el gobierno entero era una colmena de avispas asustadas. Los revoltosos habían desaparecido poco a poco, sólo La Voz seguía en la ciudad.

- ¿A dónde nos vamos mañana?
- Hay que regresar...
- No podemos, nos van a matar si lo hacemos.
- No saben dónde estamos, si regresamos ahora pensarán que estamos perdidos, no esperan que volvamos.
- Mmm... Usualmente sé que tienes razón y sabes que te sigo en todo lo que decides, pero ahora creo que es demasiado pronto, esperemos unos días más.
- ¿Y seguirnos alejando?
- Movernos alrededor, darles tiempo de que piensen que realmente nos hemos ido para no volver. Luego volvemos sigilosamente y buscamos a La Voz.
- Creo que eso funcionará mejor, tienes razón. Hay que conseguir un radio, una tv, una computadora, algo, necesitamos saber qué está pasando ahí antes de regresar y ya no podemos usar los teléfonos... quizá deberíamos ir a algún pueblo.
- ¿Movernos a la sierra? Parece cliché, ¿no crees?
- Jajaja, sí, es cierto, la ironía nos persigue... pero es una buena opción.
- Ok, mañana empezamos a andar hacia la sierra.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

A Gala

Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

The head of the war

Rampage, fury, a day goes nearby me and I feel nothing, sweet heat of rage running towards the brain inside the head of the war... does it hurt? Is it burning? Is it me or the clouds of greish green are rising above? The sound of steps into the fog, into the sea, between the sand, the sound a deep breath willing to lose a life in order to win a mile, the sound of a thousand thunders going through the sky, falling in the rupture of men shreding eachother apart. This is hell... the deepest bottom of an ocean of missunderstanding. Is the will of the brain bigger than the life of so many others? Is it bigger than all of us? How do you messure the size of you among us? Red and purple days, red and purple nights, red and purple thoughts, this little puppets follow the colors of a fabric that has lost it's meaning... they follow no reason, just a brain with an unclear purpouse and a greed bigger than all of us.

La muerte de K

Hay algo que necesito entender: ¿qué pasó? Por más que miro hacia atrás y busco una explicación tras otra, todo parece tan absurdo que no consigo dar paz a mi mente. Te he buscado como loco, por debajo de las piedras y entre las letras de las miles de cartas que he escrito para ti en mi cabeza. He intentado llamarte por las madrugadas frente a las olas del mar y no he conseguido respuesta. No lo sé, dónde te perdí, por qué no apareces... Mis pensamientos inconclusos navegan entre los recuerdos de una persona que parece desvanecerse cada vez más frente al espejo. Ayer no tenías frente, hoy ya no te veo los ojos, mañana quién sabe. Cuando desaparezca tu cuello empezaré a pensar que no hay remedio. ¿Sufriré? ¿Sabré que te has ido por completo cuando lo hagas? Vaya cosa curiosa. El hombre azul ponía en carpetas separadas las cartas escritas a diferentes amigos, organizaba con perfección su vida plasmada en memorias aparentemente inconexas, la ponía en los cajones de su escritorio y se pre...