Hablé con la voz baja, en un susurro que sólo sus oídos pudieron escuchar mientras bailaba al compás de esa música estruendosa. Me oyó de milagro. Parece que fuera un sueño. Su cuerpo moviéndose tranquilo, cadencioso, impaciente. Sus ojos clavados en mí, los míos en ella. Sus manos bailando con el viento y su sonrisa entre las miradas de los otros. Estaba ella a lo lejos, yo aquí, cerveza en mano, bailando sola. Se acercó a mí. Recuerdo sus movimientos pausados, acompasados, y su sonrisa luminosa entre la penumbra del antro.
Después del "hola" vino la narración de sus últimos días. Después del primer roce, sus dedos tomaron a los míos, su frente llegó a mi rostro y sus labios tocaron mi boca. La música siguió sonando y yo seguí esperando que se detuviera. Ella pedía lo mismo mientras acariciaba mi brazo. Mi mano en su cintura, la suya en mi cuello. Los ojos ajenos sobre nosotras. Sentí que lo sabía todo de ella, que la conocí tiempo atrás y sólo había vuelto a mí para terminar una historia que nunca comenzó...
te sigoo!! Pasate por aqui anda, y dejas tu huellita ;) http://lauritabm.blogspot.com/
ResponderBorrar"terminar una historia que nunca comenzo". Algo parecido me paso a mi, aunque yo quisiera que fuera "empezar una historia que nunca termino.
ResponderBorrar