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Mostrando las entradas de enero, 2012

Desire

Falling... the ocean swallows my heart, my brain, I think no more. I got lost in the sea. That's all.  Falling... deep. I feel the water in my launghs, the heavy burgain of the past running deep into my throught. I'm guessing is some sort of redemption, the killing of a shadow. No, I am not suicidal. I just want to eliminate the nasty feeling of that someone who's being watching me all this time. So... I got myself into the ocean, swalloed the water in an impulse for redemption... redemption. Cleansingnes -what I need. It is a crazy desire -I know, yet a strong desire. I must go for it. I must let myself go into the ocean, fall into the water, go deep... deeper... deeper. The water is cold, solid and so blue it almost feels black. My body is a mere mass of colapsing air. Nothing is left to be told, to apologise, to forget, 'cause everything if washed by the salt pushing it out of my skin. Heavyly, I fall. Once my feet had touched the bottom -rock bottom- I begin the jo...

El plato de fin de año

Cuento corto biodegradable. Solitario, vagando en la playa con el viento de frente, iba yo observando lo que acontece en el mundo. El río daba vuelta por la derecha y caía entre las olas mezclando su frío con el calor de la sal. Allá lejos vienen unos chavos caminando por el ras de las olas. Oigo sus carcajadas. No entiendo qué se dicen. La lengüeta de arena que marca la diferencia entre dulce y salado los espera paciente. Ellos llegan en saltos y risas, buscan por dónde cruzar. Yo sigo arriba. Vociferan. Llegan al final de la lengua. Meten los pies al agua salobre, observan la profundidad. Unos regresan por el centro de la lengüeta, otros caminan por el borde pendientes del lecho del río. Ninguno me ve pero yo los observo atento. En una vuelta que doy, regreso la mirada y ellos ya no están. Los encuentro en un recodo del río discutiendo la forma de pasar. Una ya está dentro, otro la sigue, otras la ven, gritan y deciden quitarse los pantalones para llegar al otro lado. El a...

Drew

Era un ser pequeñito, chaparro y flaquito, o así me lo pareció. Sus ojos enormes me miraron por primera vez en el salón donde solíamos reunirnos con los demás, estaba escondido entre las sombras, con sus manitas verdes apenas saliendo de la túnica negra grisácea que siempre usaba, pegadas ambas a los costados de su cuerpo, su gran nariz sobresalía con su fleco amarillo anaranjado de la capucha que nunca se quita. No conozco su rostro, tengo que admitirlo, he visto sus ojos porque brillan, pero nunca he visto su rostro. Camina chistoso, como dando brinquitos, sus pies rara vez salen de la túnica que arrastra por todos lados. Nada le acompleja, anda siempre sonriente, lo cual es raro para un ser de tan pequeña estatura y tanta extrañeza. No habla, apenas suelta uno que otro sondillo casi chillón, todo lo dice con gestos, es un maestro para darse a entender con las manos. Escribe con cierta solemnidad, en una letra barroca, recargada de florituras, como si fuera una pequeña imprenta de h...

The reunion

Falling asleep, Revolution stared at the ceiling with her eyes wide open, Fernanda left just a few minutes before. They had being drinking and chatting. Revolution felt some comfort sliding down her throat, she had suddenly forgotten the horrors of the last days. The memories kept coming, old days, they seemed so far away, so lost, so unreachable now. Fernanda knew, when she left, that Revolution would go back to her eternal blackness, there was nothing to do about it. Fernanda was kinda gray herself. There was nothing to do about it. The truth, the horrible heavy truth, was that the scars taken by the war were impossible to erase. They were tattooed so deep in their minds. For a night -at least- they didn't hurt anymore. Revolution closed her eyes when the sun started to appeared in the horizon. She didn't dream, there where no nightmares to hunt her today. For a few days the warm feeling of comfort stood with the girls, even China notice the change in Revolutions face. -...

Friendship

The blue in the sky was fading, her eyes stood on the doorway of the white building. She looked up, there was nothing above to tell her if she was in the right place, yet, it seemed that way. Well, this must be it. She pressed the button and waited for an answer. ¿Sí? Soy Fernanda. Ah, pásale. The door opened with a buzz. The building had no elevator, she had to go up to the 7th floor by foot. Revolution's face appeared between the steps. ¡Hey!, es acá arriba, sube. Fernanda took a deep breath. The door to the apartment was open, the light was thin. Revolution knew that their eyes couldn't take a big, shiny light like they did before the war. Fernanda entered carrying a bottle of wine. Traje vino. ¡Perfecto! Va bien con la pasta. They held each other in a warm embrace. Revolution was cooking, Fernanda didn't remember the last time she saw her friend in the kitchen, in fact, she could hardly remember the last time she saw her smiling peacefully. Revolution's face chan...

La ciudad

- ¿Hasta dónde tenemos que llegar? - Hoy... hasta la calle 10, tendremos que caminar toda la noche. - Hat que cruzar toda la ciudad, entonces. - Sí, por lo que oí, La Voz está cerca de la torre. Tenemos que encontrarlo para reunirnos pasado mañana. - ¿Crees que de verdad esté ahí? - Si no, ya lo veremos. - Necesitamos un plan b o una estrategia de salida, por si las moscas. - Si nos encontramos con los soldados ya nos cargó la chingada, no va a haber salida que nos salve ni plan que nos sirva. - Eso ya lo sé, pero si no lo encontramos ahí... - Si no lo encontramos... tendremos que reunirnos con los otros y buscar la forma de hacer ruido sin que nos pesquen, él dará con nosotros en cuanto sepa que estamos aquí. - Espero que así sea. ¿Por dónde te quieres ir? La principal está custodiada, esa no nos conviene, Independencia tampoco, ni Revolución... - Agarremos Sarmiento, esa nos lleva cerca, de ahí callejoneamos hasta que demos con la 10 mañana temprano y tanteamos...

El hada de color morado

Érase una vez un hada de color morado... su historia fue escrita en la puerta de una chica con una cama de princesa loca de manicomio y unos audífonos que transtornan la realidad a su paso. Algún día le tomaré fotos y podrán leer lo que de ella fue.

El regreso

Es la víspera del tres de octubre, Raúl observa las nubes bajar por la colina, tragarse los árboles mientras caen. Mira a la ciudad lejana. Hace seis horas que se separó del último grupo, vio a Sandoval correr cuesta abajo con Laura a su lado. Revolución y Fernanda fueron las primeras en bajar, de eso hacía casi medio día. Las horas a Raúl se le pasaban como la neblina, rodando despacio hacia los pies, pesando levemente en la espalda, penetrando las fosas nasales hasta el cerebro. Dos más iban con él, Eugenia y Manuel, ambos con la misma expresión taciturna, cansados de un viaje que no tenía para cuando acabar pero resueltos a terminarlo a como diera lugar. Vamos por aquí. No, mejor por allá, ahí hay camino y llegamos derecho al Infonavit Dos caminos, de ahí podemos agarrar un transporte o algo así, la neblina nos servirá de tapadera. Ok, por allá entonces, hay que apurarnos o nos quedamos sin luz. Manuel tomó la delantera, él conocía el camino. Eugenia iba en medio. Bajaron sin hab...

El exilio

Las miradas frías, congeladas sobre los edificios en ruinas, recorrían la ciudad de un zarpazo. Revolución guardaba silencio. Habían pasado quince días en el exilio total, entre los bosques de la sierra. Se habían olvidado del mundo por un rato para reponerse de los golpes que habían retenido en la piel después del mítin. La batalla era cruda en las calles, los soldados se paseaban inánimes y la gente ya no salía ni a tomar el sol. El desierto de asfalto se cubría de sangre, sonaba a gritos ahogados en paredes, se sentía desolada. Desde arriba, lejanos, ellos podían sentir la pesadumbre que se vivía a sus pies.  - Hay que reagruparse. Entraremos por lugares distintos, sean sigilosos. Nos veremos en tres días en la torre del reloj, traigan a quienes puedan, junten toda la información que puedan también y encuentren a La Voz. Se dispersaron en grupos de tres y emprendieron el camino a la ciudad-desierto.

El Consejo

Tengo que hacer enmiendas por mi desaparición, algunos me lo piden en broma, otros sólo me observan en silencio. Los he visto a todos en mis sueños. Cierro los ojos y están ahí, esperándome en una sala enorme, platicando entre sí. Me ven abrir las pesadas puertas, se callan, voltean, se yerguen sobre sí mismos, me observan. Entro con paso solemne, moviéndome entre ellos y saludando con la cabeza, sonriente. Los extrañaba. Ellos advierten en mí el gusto de volver.  En el centro, sobre un escalón, hay una silla. Alguien me lleva hasta ahí y me extiende papel y pluma. Se acerca una sombra por detrás, me susurra palabras al oído. Los observo, han vuelto a su tertulia. Distingo la mano que se apoya en el respaldo, sonrío. Escucho, proceso sus palabras. Escribo... La Voz me ha dicho que no sabe cómo continuar con su batalla, tiene problemas para hablar en público, me toca convencerlo. No sabe dónde está Revolución y le preocupa. Le he dicho que no se estrese, es lo mío ayudarle a ha...