Ir al contenido principal

Los Shh...

¿Alguna vez has sentido que te roban el sueño? Estás plácidamente navegando los mares de oriente en un barco pirata, o caminando errante por el bosque de niebla, o comiendo un helado sentado en el parque como cuando eras niño y, súbitamente, un pedacito desaparece, uno de los forajidos que navegaba contigo se desvanece cuando está por pillar algún tesoro, un árbol se convierte en un espacio vacío o tu helado favorito se queda sin sabor. 
¿Te ha pasado? A mí, sí.
Una vez, después de haber comido y bebido con la familia, me recosté a tomar una siesta. Estaba en una playa, caminando a la orilla del mar, escuchando las olas. Mi hermana gritaba mi nombre desde el otro lado. Yo corría con una vara en la mano, escribiendo cosas en la arena que el agua se llevaba consigo. Ella me gritaba cosas aún cuando los sonidos empezaron a desvanecerse con el viento, se perdieron. Las olas, los gritos, los pasos en la arena, todo se perdió.
Recuerdo que mi abuelo, Papá Ceniza, lo dijo muy bien: cuando más duermes, cuando más sueñas y menos te lo esperas, vienen los Shh... (ya nadie dice su nombre), y te quitan un pedazo de sueño para alimentarse de él, se lo llevan a nadie sabe dónde y lo abandonan con otros cachitos que han ido quitando de otros sueños, todos viven ahí, en ese lugar que nadie conoce pero que todos sabemos que existe.
Papá Ceniza tenía razón, ese día llegaron los Shh... (no diré su nombre) y me quitaron el sonido, se lo llevaron a vivir entre pedacitos de subconscientes alternos que sólo salen a relucir cuando Morfeo los invoca.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

A Gala

Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

The head of the war

Rampage, fury, a day goes nearby me and I feel nothing, sweet heat of rage running towards the brain inside the head of the war... does it hurt? Is it burning? Is it me or the clouds of greish green are rising above? The sound of steps into the fog, into the sea, between the sand, the sound a deep breath willing to lose a life in order to win a mile, the sound of a thousand thunders going through the sky, falling in the rupture of men shreding eachother apart. This is hell... the deepest bottom of an ocean of missunderstanding. Is the will of the brain bigger than the life of so many others? Is it bigger than all of us? How do you messure the size of you among us? Red and purple days, red and purple nights, red and purple thoughts, this little puppets follow the colors of a fabric that has lost it's meaning... they follow no reason, just a brain with an unclear purpouse and a greed bigger than all of us.

La muerte de K

Hay algo que necesito entender: ¿qué pasó? Por más que miro hacia atrás y busco una explicación tras otra, todo parece tan absurdo que no consigo dar paz a mi mente. Te he buscado como loco, por debajo de las piedras y entre las letras de las miles de cartas que he escrito para ti en mi cabeza. He intentado llamarte por las madrugadas frente a las olas del mar y no he conseguido respuesta. No lo sé, dónde te perdí, por qué no apareces... Mis pensamientos inconclusos navegan entre los recuerdos de una persona que parece desvanecerse cada vez más frente al espejo. Ayer no tenías frente, hoy ya no te veo los ojos, mañana quién sabe. Cuando desaparezca tu cuello empezaré a pensar que no hay remedio. ¿Sufriré? ¿Sabré que te has ido por completo cuando lo hagas? Vaya cosa curiosa. El hombre azul ponía en carpetas separadas las cartas escritas a diferentes amigos, organizaba con perfección su vida plasmada en memorias aparentemente inconexas, la ponía en los cajones de su escritorio y se pre...