Una vez conocí a una vaca voladora, pastaba sobre los tejados porque decía que allí nadie le quitaba la comida, se comía las hojas de los árboles altos y los musgos que crecían en los techos de las casas. La vaca decía que el mundo desde arriba se mira diferente, si te subes a un edificio muy alto todos parecen hormiguitas y si te quedas en el techo de una casa pequeña simplemente ves todo desde afuera. La gente se le quedaba mirando, a veces la señalaban diciendo: "wow, miren, hay una vaca en ese techo", cuando ella los veía mirándola mejor emprendía el vuelo y comenzaba a pastar en otro tejado.
Un día yo contemplaba las nubes cuando vi a una vaca venir volando, me hice a un lado y ella aterrizó en mi techo, metió su hocico en una maceta y se comió los tréboles que yo estaba guardando para hacer ensalada. Fue entonces cuando me contó su historia, de cómo descubrió que volaba un día cuando un ganadero quería alejarla de su madre, y de cómo escapó de la granja en la que vivía para venir a pastar a los techos de la ciudad.
"Algún día volaré atravesando el océano", decía viendo al cielo sobre los cerros, "comeré de tejados extranjeros, tal vez de alguna isla del Caribe". Era una vaca muy docta en geografía, había pasado largo tiempo pastando en el tejado de un geógrafo que poseía enormes mapas de la tierra y allí había aprendido todo sobre los continentes, las islas y hasta los cielos.
La vaca y yo charlábamos por horas, ella venía a comerse mis tréboles y yo la acompañaba con ensaladas de lechuga. Me contaba sus historias, de la vez que rescató a un niño de un árbol y de aquella ocasión en que regresó los juguetes de los niños de la cuadra que habían quedado varados en el techo de un viejo malencarado. Un día le dije que yo contaba historias, algunas tan raras e increíbles como la suya y ella me hizo prometerle que algún día, aunque fuera lejano, yo contaría su historia.
(Dedicado a Gochón, quien cuenta historias parecidas)
Y aquí la tienen, esta es la historia de una vaca, amiga mía, que pastaba en los tejados.
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