Se detuvo. Estaba frente a un espectacular, alguna isla paradisíaca anunciada como el escape vacacional del nuevo siglo, los autos pasaban a sus espaldas sin ser notados por sus ojos puestos en el mar lejano. La mochila colgada de sus hombros iba llena de libros y libretas de dibujo, peces, dragones acuáticos, sirenas, barcos, piratas, pulpos gigantes poblaban las páginas. Sus ojos se posaron en una pequeña mancha al fondo de la fotografía, intentaba identificar su forma alargada.
Los minutos pasaban, no se movía, distante en esa isla solitaria estaba mezclándose con la imagen. La sombra de agua empezó a colarse por los poros de la lona en que estaba impresa, el mar en calma visual comenzó a moverse en su vaivén regular. Los autos dejaron de escucharse, sus oídos se abotargaron de pronto con el rumor de las olas. ¡La realidad chocó con la isla! Las ideas de un sueño posible colapsaron en su cabeza mientras sus pupilas crecían... El agua desbordó del anuncio.
Miró a su alrededor, el agua le llegaba al pecho cuando su mochila se abrió de pronto, una espuma de rayas y cuadros comenzó a brotar de ella sin que pudiera advertirlo. Un pez naranja enorme dio la primer aleteada hacia afuera, un calamar gigante a cuadros lo siguió, una sirena cantó mientras sacaba su cola de una libreta y rescataba a su dibujante del agua que ya tocaba su barbilla.
Los autos siguieron su camino submarino sin despegar del suelo mientras el mar desbordado corría entre las calles hasta encontrar desahogo. Nadie lo supo. Nadie lo vió, no hubo evidencias. Cinco minutos después sólo quedaba un pequeño charco salado debajo del espectacular. Uno en espera de algún incauto artista del escape que quisiera llenar su mar de personajes surreales.
Los minutos pasaban, no se movía, distante en esa isla solitaria estaba mezclándose con la imagen. La sombra de agua empezó a colarse por los poros de la lona en que estaba impresa, el mar en calma visual comenzó a moverse en su vaivén regular. Los autos dejaron de escucharse, sus oídos se abotargaron de pronto con el rumor de las olas. ¡La realidad chocó con la isla! Las ideas de un sueño posible colapsaron en su cabeza mientras sus pupilas crecían... El agua desbordó del anuncio.
Miró a su alrededor, el agua le llegaba al pecho cuando su mochila se abrió de pronto, una espuma de rayas y cuadros comenzó a brotar de ella sin que pudiera advertirlo. Un pez naranja enorme dio la primer aleteada hacia afuera, un calamar gigante a cuadros lo siguió, una sirena cantó mientras sacaba su cola de una libreta y rescataba a su dibujante del agua que ya tocaba su barbilla.
Los autos siguieron su camino submarino sin despegar del suelo mientras el mar desbordado corría entre las calles hasta encontrar desahogo. Nadie lo supo. Nadie lo vió, no hubo evidencias. Cinco minutos después sólo quedaba un pequeño charco salado debajo del espectacular. Uno en espera de algún incauto artista del escape que quisiera llenar su mar de personajes surreales.
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