Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2011

Mario

- Quiero un beso de tus labios. - Síguelo esperando... - Por qué me torturas. - Por que me sigues buscando. - Anda, no seas mala, ya déjame probarte, sólo una vez... qué tal si te gusta. - Y qué pasa si no... - Pues hasta ahí la dejamos. - No me convences. - No seas tan testaruda, anda... - No seas tan rogón, véte a tu casa y déjame en paz. Seguro tu mujer te está esperando. - Ya te dije que no es mi mujer, es mi hermana. - Aún así... te ha de estar esperando, ya es tarde. - Ay, contigo, pero algún día caerás, verás que sí. - Apuesta lo que quieras, galán, conmigo no vas a poder. Se fue y no volvió hasta los tres días, la barba recortada, los músculos marcados y la pose de "puedo con todas" lo decían todo. Me quería para él. Vino a hablarme de libros y de cine, me dijo maravillas de todas las cosas que pudo. Quiso endulzarme los oídos con su platica culta. Trajo consigo una botella de vino, del mejor que pudo encontrar, de tal y cual uva, de algún lugar lejano. Quiso impresi...

Mini, minis

Soñadora La niña de los colores en el rostro pensaba, viendo a las nubes, que sus sueños eran imposibles. Se levantó del pasto y volvió el rostro hacia el sol. Se dio cuenta de que sus pensamientos estaban errados. Metamorfosis Mientras la marea subía, él se quedaba en la roca esperando que el agua le llegara al cuello. Cuando ésta bajaba, él se estiraba hasta que el agua le cubría los tobillos. Un día la marea pasó de su cuello, le llegó al pelo y él no tuvo más que volverse pez. Guerra Con la conciencia tranquila caminó por el pasillo desierto, estaba cubierto en sangre. Respiró profundo y saboreó la luz del sol antes de caer frío sobre la hierba.

El fin del hombre azul

La última vez que lo vi me habló de nosotros, como si existiera algo aún. Me dijo lo mucho que me extrañaba y me contó cosas del pasado que hasta ahora yo desconocía. Debo admitir que tuve miedo al mirarlo a los ojos, creí que no reconocería al hombre detrás de las pupilas azules, peor lo hice. Era el mismo de siempre, el de aquella librería al final del callejón donde Rojo se detuviera años atrás. El hombre azul había vuelto de su locura, de su viaje por esos lugares inhóspitos que llaman inconsciente. Me hablaba con una dulzura que yo creía perdida y me miraba a los ojos como si todo hubiera sido una pesadilla. Yo lo veía con asombro y no rehuía de su contacto, la respondía en monosílabos, impactada. - Soy el mismo de siempre, ¿me has olvidado? - No... - Pero me observas como si lo hubieras hecho, como si no me reconocieras. - Sí... sí. - Sí, ¿qué? ¿No me reconoces? - No...  - Es natural, el doctor dijo que pasaría un tiempo antes de que pudiera ser yo totalmente... pero aquí e...

Más minis

Blancanieves Tenía la certeza de que el espejo mentía. Se había mirado mil doscientas veces en él esperando que le dijera algo distinto, pero él seguía con la misma historia, una y otra vez. Cuando creyó cada palabra que salía del cristal, tomó una decisión: la niña debía morir. El niño perdido Junto a la tercera estrella de la derecha está el mundo perdido de su infancia, lo recuerda como si hubiera sido ayer. Verse en los charcos de las calles polvorientas le hace pensar que puede volver, pero él sabe muy bien que es imposible hacerlo, las noches en el árbol se terminaron el día que cumplió 20. Lo celebró en un pequeño bistro escondido entre las calles de Londres.

Lluvia

Ayer soñé que llovía, me desperté sintiendo las gotas de lluvia en mi piel, pero todo estaba seco. Me quedé con la ilusión, aún me parece que llueve detrás de las ventanas y que sólo son mis ojos los que ven la sequedad del día. Quiero salir a mojarme, dejar que una lluvia ligera corra por mi piel y se lleve este calor que me atormenta. Creo que tendré que conformarme con un baño... Pero no quiero. Invocaré al dios de la lluvia, a Tlaloc o a otro, a quien sea, danzaré para él hasta caer al suelo. Le haré libaciones, le rendiré tributo y le oraré todo lo que sea necesario. Deseo la lluvia. Me conformo sabiendo que la temporada no tarda en llegar, pronto caerán las primeras gotas del cielo y yo saldré a la calle como una niña a mojarme. ¿Alguien me acompaña?

Anoche

Hablé con la voz baja, en un susurro que sólo sus oídos pudieron escuchar mientras bailaba al compás de esa música estruendosa. Me oyó de milagro. Parece que fuera un sueño. Su cuerpo moviéndose tranquilo, cadencioso, impaciente. Sus ojos clavados en mí, los míos en ella. Sus manos bailando con el viento y su sonrisa entre las miradas de los otros. Estaba ella a lo lejos, yo aquí, cerveza en mano, bailando sola. Se acercó a mí. Recuerdo sus movimientos pausados, acompasados, y su sonrisa luminosa entre la penumbra del antro. Después del "hola" vino la narración de sus últimos días. Después del primer roce, sus dedos tomaron a los míos, su frente llegó a mi rostro y sus labios tocaron mi boca. La música siguió sonando y yo seguí esperando que se detuviera. Ella pedía lo mismo mientras acariciaba mi brazo. Mi mano en su cintura, la suya en mi cuello. Los ojos ajenos sobre nosotras. Sentí que lo sabía todo de ella, que la conocí tiempo atrás y sólo había vuelto a mí para termina...

La resaca de Lia

La resaca era lo único que cabía en su cerebro en ese momento. El dolor de neuronas no la dejaba reaccionar para volver al mundo real. Cerró los ojos. Sintió los párpados como tapetes de púas contra las pupilas. Quiso que el mundo se la bebiera de un sólo trago. - No puedo ni moverme, me duele hablar, me duele estar despierta... pégame un tiro, ténme clemencia, apiádate de mí... ándale, ¿sí?... aquí mira, directito a la cabeza, que me explote... de todas formas siento como si me estuviera explotando desde ahorita. ¡Carajo! ¡No mames! Neta me duele un chingo... - Ya bájale a tu drama, nadie te dijo que tomaras tanto anoche. - Pues no, pero... - ¿Pero? No me vas a decir que esto es mi culpa, o ¿sí? - No, bueno sí... no, no es tu culpa. Fue Carla la que me hizo beber así. - ¡No inventes! Te lo bebiste tú solita, nadie te puso una pistola en la cabeza. - Pues pónla, ahora, por favor... - Ya cálmate, Lia. Tómate la pastilla que te dí, duérmete otro rato. Ya se te pasará. Se recostó en la ...