Aquí estoy otra vez con muchas cosas dándome de vueltas en la cabeza, las letras de KT Tunstall se han mezclado con el bajo de The Kings of Leon y siento que el cerebro me bulle. Soy una mezcla muy rara de cosas apelmazadas unas con otras, un poco de surrealismo por aquí, un tanto de rock por allá, y un toque de realismo a la más pura forma de los franceses y los rusos esparcido encima de todo. He llegado a pensar que la incongruencia de lo que puedo ser se equipara con la congruencia de lo que puedo escribir. Quiero decir, si logro poner coherencia en mis palabras, quizá logre ponerla en mi mente.
Quizá nunca lo logre, quién sabe. Tal vez dedique mi vida a ser uno de esos bichos raros que navegan el mundo con la mente nubalada y una sonrisa. Después de todo esto de vivir a lo bovarista, con la nariz en una historia inconclusa que promete terminar en el suicidio de la heroína después de ser tortuosamente realista al modo romántico (si eso puede), es como navegar en un mundo de sueños pretendiendo tener un ancla con la realidad. O sea, imposible.
Así está mi cabecita loca, mezclada entre las música de unos, conflictuada por la lectura de otros y con imágenes dispersas de esto y aquello... sin fin... sin principio... sin cordura. Pero fríamente atada a la realidad de un mundo que tampoco puede ser congruente consigo mismo, ¿o sí?
Digo, todos vivimos entre una realidad real y una realidad posible, con la esperanza de pasar a la segunda que se acerca un poco más a nuestro propio -y egoísta- concepto de Utopía. Bovarista, ¿ven? Viviendo en el realismo, sintiendo en el romanticismo, víctima de un naturalismo apenas visible que nos condena a todos poco a poco. Sentimiento, realidad y genética, predestinados todos estamos al fracaso o al éxito que sintamos más congruente con nuestro mundo insano.
¿Alguien más cree que estoy un poco loca?
Quizá nunca lo logre, quién sabe. Tal vez dedique mi vida a ser uno de esos bichos raros que navegan el mundo con la mente nubalada y una sonrisa. Después de todo esto de vivir a lo bovarista, con la nariz en una historia inconclusa que promete terminar en el suicidio de la heroína después de ser tortuosamente realista al modo romántico (si eso puede), es como navegar en un mundo de sueños pretendiendo tener un ancla con la realidad. O sea, imposible.
Así está mi cabecita loca, mezclada entre las música de unos, conflictuada por la lectura de otros y con imágenes dispersas de esto y aquello... sin fin... sin principio... sin cordura. Pero fríamente atada a la realidad de un mundo que tampoco puede ser congruente consigo mismo, ¿o sí?
Digo, todos vivimos entre una realidad real y una realidad posible, con la esperanza de pasar a la segunda que se acerca un poco más a nuestro propio -y egoísta- concepto de Utopía. Bovarista, ¿ven? Viviendo en el realismo, sintiendo en el romanticismo, víctima de un naturalismo apenas visible que nos condena a todos poco a poco. Sentimiento, realidad y genética, predestinados todos estamos al fracaso o al éxito que sintamos más congruente con nuestro mundo insano.
¿Alguien más cree que estoy un poco loca?
Hola, Paulina. Encantado de saludarte.
ResponderBorrarVengo de allá de leer tu entrevista. Muy interesante.
Veo que eres escritora. Yo también escribo algo pero
aun estoy en un comienzo donde no creo que evolucione
más de lo que ya lo hice pues solo lo hago por afición.
siento, digamos un poquito de envidia cuando encuentro
gente así pues con tanta lucidez como tú.
Un saludo y deseo que llegues tan lejos como que te propones.