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A penny for your thoughts 1


Regularmente me pregunto si las conversaciones conmigo misma tienen interlocutor virtual, algún sujeto extraño atrapado en mi cabeza que hable mi mismo lenguaje y entienda mis gestos. Sí, sí, es regular también que alguna persona externa me responda "estás loca", pero ¿no sería más fácil decir "sí, Pau, todo mundo habla consigo mismo como si fuera uno otra persona"?... Bueno, al menos déjenme soñar, qué les cuesta, jejeje. Mi mente es un extraño compuesto de tres partes, una racional, fría e inquebrantable, otra irracional, pasional, sentimental a morir, y una que domina entre las otras dos, que encuentra cierto balance entre el frío y el calor, esa es siempre la más difícil de escuchar... piénselo bien, así somos todos, tenemos un poco de ángel, otro tanto de demonio y aunque somos mayormente humanos, simples mortales, nuestros polos son usualmente los que dominan, eres azul o rojo, luminoso u oscuro, ser gris, simplemente gris, es tormentoso, desastroso e imposible, ser el mediador constante de ti mismo significa encontrar el nirvana, perderse a sí mismo en un abismo inconsciente que contiene todas las respuestas. Quisiera el nirvana, haría más fácil vivir.
Pensándolo bien, mejor no, sería fácil vivir una vida gris, pero muy aburrido, dónde quedan los placeres de la vida: el silencio de la soledad, el bullicio de la compañía agradable, la risa absurda, la contemplación momentánea, el beso que interrumpe el tiempo, el toque eléctrico de alguien más, la comida reparadora de daños, el café de una mañana de fiaca, el libro que se lee con el sonido del mar o el viento, el vino de una noche de romance o de cotorreo, la película que te cambia la vida y la que sólo te divierte, lo lúdico de un día en medio de la naturaleza o de la jungla de asfalto, la satisfacción de una meta cumplida, las palabras que no significan y las que sí en los momentos adecuados, el abrazo amigo, la paz de un amanecer solitario y sonriente... Claro, mucho más fácil vivir sin eso, ¿no? Me volveré monje budhista o algo así y me recluiré en un monasterio perdido para olvidar todas estas cosas banales que tanto me gustan...
Mmm... Déjenme pensarlo otra vez, jajajajajajaja... No, no puedo, disfruto demasiado el café, el vino, el sexo, la lectura, la comida, los amigos, las fiestas, la familia, los viajes, etc... como para dejarlos ir. Me gusta la vida, es larga y disfrutable como el océano, es intranquila y cambiante también, pero eso la hace divertida. Maldición, vivir es difícil, conciliar con los polos cuesta trabajo y mucha determinación, pero se puede lograr.
¿Ven? Por eso escribo, en algún lugar tengo que dejar mi pequeña marca, el "una mente abrumada was here", y, quién sabe, tal vez en algún momento otra persona pensará "vaya, Pau, tenías razón, todos somos así, una mescolanza de tres partes que rara vez se terminan de entender"... Quizá eso me haría sentir mejor, no lo sé. Piénsenlo bien, recuerden sus soliloquios y pregúntense a sí mismos si en realidad hablan sólo con uno de ustedes o si hay más.
Ahí me avisan sus conclusiones... Bye, bye.


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