Encuentro curioso cómo se maneja la gente, después de un malentendido algunos buscan arreglar las cosas mientras que otros se cierran en su mundo de sinrazones. Ayer me detuve a platicar con ella, hice preguntas que buscaban respuestas ocultas y obtuve un singular resultado: nada. No me entendió, no la entendí y seguimos nuestros caminos cada quien por su lado como no queriendo la cosa. Algún día, si me la encuentro de nuevo, si me permite hacerlo, le preguntaré porqué se maneja como lo hace, quizá no me responda pero al menos en su silencio encontraré implícita la contestación a mi pregunta.
Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...
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