Estos cuates fueron encontrados en un restorán de Amsterdam, venían en pares, envueltos en plástico, en cajas de cerca de cien piezas. Llegaron de Michoacán, México. Una compañía importadora de productos mexicanos había convencido al Manager del restorán de empezar a comprar sus productos para darle autenticidad a sus platillo, y éste fue su primer encargo. Cuando llegaron las cajas, era un embarque de diez cajas de cien aguacates cada una, todo parecía normal, los empleados del lugar las descargaron, las apilaron en columnas y siguieron sus labores.
Esa noche, entre el bullicio de los comensales y la locura de la cocina, las cajas de arriba comenzaron a vaciarse. Los aguacates fueron llevados en charolas a la cocina, uno a uno fueron pelados y deshuesados para crear toda clase de platillos deliciosos. A eso de las 10 pm, con las mesas llenas y los cocineros atareados, un joven rubio, alto, de ojos grises entró a la despensa a buscar una caja más de aguacates michoacanos... y nunca volvió.
Laurens fue encontrado días después, sentado en la proa de una casa flotante, fumando tranquilamente y repitiendo en perfecto español: “ándale pinche güerito, sácanos de aquí, no seas culero”. Cuando le preguntaron qué había pasado esa noche, por qué había desaparecido con una caja de aguacates, respondió sorprendido: “I didn’t take the aguacates, they took me”. Dio una calada más al churro que tenía en la mano y siguió contando en calma.
"Esa noche, el restorán estaba lleno, los aguacates se vendían como pan caliente y yo bajaba para llevar las cajas a la cocina casi cada hora. Quedaban dos cajas. Bajé corriendo, agarré la de arriba y escuché un ruido fuerte que venía de la otra. Me acerqué a ella, después de dejar mi caja en el suelo. La abrí... Y entonces un aguacate salió volando, me mordió la oreja y me dijo: ándale güerito, sácanos de aquí, no seas culero. No supe qué hacer. En Holanda los aguacates no hablan... Tal vez en México sí, pero aquí no. Estaba oscuro así que no distinguía muy bien a los aguacates negros de los verdes, ni de nada más. Uno por uno, se lanzaron todos hacia mí, unos me decían cosas en español que yo no entendía, otros me jalaban el pelo, las orejas, la nariz, otros intentaban sobornarme. Luché por quitármelos de encima pero eran demasiados. Uno de ellos abrió la caja que yo me estaba llevando, otro empezó a gritarle a los aguacates de adentro esperando que se levantaran con ellos pero nada pasó. Entonces uno de ellos agarró a otro de los frutos inmóviles y lo arrojó al suelo, corrieron a sacar el hueso entre varios y me golpearon en la cabeza con él. Me noquearon... Mi siguiente recuerdo es estar en este bote rodeado de ellos. Algunos pintaron eso en la pared."
Laurens señaló a un graffiti, un círculo con forma de hueso de aguacate cruzado por dos metralletas con unas palabras verdes alrededor: The Jackass Avocado Army, free the fruits!
"Hace unos días me dejaron libre y se fueron... No sé a dónde, pero me dejaron sin decir nada, sólo se fueron." Laurens volvió a fumar y se quedó mirando a la nada. No respondió más preguntas, fumó y repitió las palabras del aguacate que lo agredió: "ándale güerito, sácanos de aquí, no seas culero".
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