Ayer en la noche estaba yo de lo más tranquila en casa de mis tíos, segundospadres, platicando y bebiendo vino. Mi prima vive con la Blackberry pegada a la mano, es como una extensión tecnológica de sus dedos que está empezando a fundirse en su piel y comenzando a formar una especie de cyborg. El aparatito hace bip y ella salta inmediatamente a hundirle los ojos para saber qué le tienen que decir otro tanto de usuarios de la misma medida intervencionista tecnológica. "Ay, ¡no mamen!, ahora dios está hasta en la black... me mandaron un mensaje: si quieres a dios, tómate un tiempo para enviar este mensaje y ver cuánto te quiere él de regreso, ¡háganme el favor! ¡Ahora resulta!" Pues sí, dios estaba del otro lado de la red Blackberry mandando mensajitos, absorto en meterle el dedo a las teclas que aparecen en la pantalla del nuevo modelo. Ese día no tenía nada mejor que hacer que navegar en la red pescando creyentes, mandando mensajitos a diestra y siniestra, esperando respues...
Conversaciones en el vacío de muchas voces.