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Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2009

Carla ADC

Los pedazos de memoria iban entrelazándose en su cabeza, los rostros, las palabras, los lugares y las figuras iban cobrando forma de manera paulatina. Aún no abría los ojos. Su respiración pausada se volvió de pronto un movimiento conciente, el latir de su corazón volvió a resonar en sus oídos. Carla despertaba de un largo e intenso sueño. Sentía los dedos de sus pies, las pantorrillas, las rodillas rígidas por la falta de movimiento. Volvía a sentir el vientre, el estómago débil y adolorido; los pulmones que se inflan con trabajo, el tórax que duele al expandirse. Sentía los brazos cansados y magullados, las manos adormecidas. Recobró conciencia de la cabeza unos minutos después de haber sentido los pies, comenzó a toser cuando sintió en la garganta algo que le impedía respirar regularmente. Abrió los ojos. - ¿Carla? - Andrea estaba sentada junto a ella, se levantó de inmediato y salió del cuarto como un bólido diciendo: "voy por una enfermera". Carla miraba el techo blanco,...

Epistolario ADC

Querida Sara: Ayer me di cuenta, abrí los ojos -rojos y adoloridos- para verte, tu mirada dulce y tranquila esperaba una palabra mía mientras me acariciabas la cara... Me di cuenta de pronto, como si una luz encendiera algo en mi cabecita loca y yo diera con el hilo negro de algo que me había estado molestando... Me habías hecho falta mi querida Sara, sin saberlo tú yo navegué mis memorias estos días de ausencia, pensé en cada una de tus palabras, de tus caricias y de tus besos, pensé en ti irremediablemente. Descansar de mi vida era huir de ti por un momento y justo en ese instante me di cuenta, había desaparecido de este mundo y tú estabas en él. Nada me había hecho falta, excepto tú. Sara, ¿cuánto tiempo hemos estado juntas? No lo recuerdo, las fechas me transgreden la memoria y siempre se pasan de largo. No lo recuerdo y no me importa recordarlo. Quiero recordar instantes, acciones, palabras, quiero recordar tus sonrisas, tus trozos de piel desnuda, tus ojos mirándome de lejos y de...

La vaca en el tejado

Una vez conocí a una vaca voladora, pastaba sobre los tejados porque decía que allí nadie le quitaba la comida, se comía las hojas de los árboles altos y los musgos que crecían en los techos de las casas. La vaca decía que el mundo desde arriba se mira diferente, si te subes a un edificio muy alto todos parecen hormiguitas y si te quedas en el techo de una casa pequeña simplemente ves todo desde afuera. La gente se le quedaba mirando, a veces la señalaban diciendo: "wow, miren, hay una vaca en ese techo", cuando ella los veía mirándola mejor emprendía el vuelo y comenzaba a pastar en otro tejado. Un día yo contemplaba las nubes cuando vi a una vaca venir volando, me hice a un lado y ella aterrizó en mi techo, metió su hocico en una maceta y se comió los tréboles que yo estaba guardando para hacer ensalada. Fue entonces cuando me contó su historia, de cómo descubrió que volaba un día cuando un ganadero quería alejarla de su madre, y de cómo escapó de la granja en la que vivía ...