Lo sé, era sólo un pedazo de día, sólo un momento, minutos vibrantes en una hora insomne de luz solar.
Lo sé, también fue un desliz de Fortuna, un instante en que su giro se detuvo abrupto y caímos la una sobre la otra sin querer queriendo.
Verás, es que miré tu sentir entre tus pupilas y ante tanta claridez no pude detenerme, tenía que sentirlo yo también.
Y es que ese juego de luces entre tu mirada fulgurante y tu sonrisa de nieve me dio ánimos para imaginar lo inimaginable, para soñar despierta con tanta desesperaciòn de dormir que no pude contenerme.
Así fue... así es, la fantasía disuelta entre polvos de arena que penetran las grietas de mi ensueño y escuecen las entrañas con irremediable estremecimiento.
Así será... será que si te pesco una noche entre la soledad de las estrellas no detendré a mis poros y exhalaré para ti el último aliento de un infierno que se mezcla entre aguas saladas.
No intentes contenerme, tendré cuidado de no devorarte sin remedio, de no llagar esa piel que juega con las olas de mi deseo.
Pero si desbordas tus límites en mí no tendré reparos, no voy a esperar que los fuegos se calmen con vientos y mareas, no cuando el deseo último yace entre las arenas de tus ojos y muere con la agonía de un suspiro que mana de tus labios.
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