Te recuerdo ahora. Viniste en un sueño y te paraste junto a mí en el mar del tiempo perdido. Hablaste con tu voz profunda enarbolando sentencias que no me atreví a refutar. Estás aquí, me dijiste, no te has ido aún, ¿qué vas a hacer? No contesté. El silencio será tu respuesta, aseguraste un poco molesto, prepárate, algo viene y vas a ser parte de ello quieras o no. Mantuve los ojos en el horizonte arenoso con la misma expresión angustiosa con la que te había visto las últimas veces. No quisiste decir más, no en voz alta al menos. Nos quedamos parados en silencio observando cómo las olas se alebrestaban en la lejanía y la arena volaba furiosa entre nosotros.
Levantaste la mirada al cielo grisáceo y volviste a posar tus ojos sobre mí con la calma de antaño. Perdóname, dijiste, estoy siendo demasiado duro contigo, entiendo que no quieras volver a hacerlo pero para eso estamos aquí y lo sabes, si no nos hemos ido aún es para completar la tarea que nosotros mismos nos impusimos, ¿lo recuerdas?, fue nuestra decisión desde un principio y es hora de llevarla a cabo. Suspiré. Te miré y te sonreí. Sigo sin estar de acuerdo, te dije, pero lo haré.
Dí la media vuelta y volví al desierto de arenas revoltosas que antecede al mar del tiempo perdido. Olvidé tu silueta detrás de las nubes terrosas pero tu voz aún resuena en mi cabeza. Lo haré, me repetí a mí misma antes de volver.
Comentarios
Publicar un comentario