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El Mar del Tiempo Perdido

Yo estaba ahí. Parada frente a una inmensidad de agua grisácea que se revolcaba entre una nube de arena y brisa. El viento constante soplaba diminutos granos de roca sobre mi rostro. Permanecía inamovible, con los ojos plantados en un horizonte que no distinguía. No te vi llegar, lo hiciste despacio, moviéndote con la lentitud propia de quien camina contra el viento. Venías con los hombros encogidos, los brazos entrelazados frente al pecho y el rostro sumido en el resto del cuerpo, cubriéndote del arena que volaba en todas direcciones.

- ¿Pauline? ¿Qué haces aquí?
- Observo el mar...
- ¿No te duele la arena?
- No me pega. - Me miraste desconcertada. Quisiste hacerme una pregunta pero te la tragaste con la saliva arenosa que bajó difícilmente por tu garganta. - Las he visto. - Hiciste lo mismo. - A las miles de personas que te rodean a cada momento, sé que puedes sentirlas, sé que puedes oírlas incluso. Aunque no te atrevas a admitirlo. - Caíste en la cuenta de lo que te estaba diciendo, no te atreviste a asentir, pero no lo negaste, te quedaste con los ojos puestos en mí, en mi expresión serena que empezaba a mutar.
- Pero... ¿qué haces aquí?
- Vengo a decirte que ya es hora.- Te dije volteando a verte por primera vez. - Tienes que despertar, te necesito aquí. - Una extraña desesperación buscaba apoderarse de mí. Puse mis manos sobre tus hombros y te miré a los ojos. - Tienes que despertar pronto.
- ¿De qué me hablas? No te entiendo.
- El ciclo que tienes que cerrar no está en una tierra lejana... No te puedo explicar con tanto viento, por dios, ¡calmen este aire! - El viento amainó su furia. - El ciclo que tienes que cerrar, no lo has encontrado porque está aquí, frente a ti. Necesito que despiertes. Te necesito aquí para poder continuar.
- Sigo sin entender, explícame.
- Todo a su debido tiempo. El viento empieza otra vez, estamos en el Mar del Tiempo Perdido y debemos irnos. Búscame cuando vuelvas.

Desaparecí entre la nube de arena blanca. Te quedaste mirando al océano desconcertada. Hasta la próxima.

(Soñado en algún momento de julio, con una tormenta como fondo musical. Desaparecí y un rayo cimbró la tierra, despertándome)

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