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Mostrando las entradas de agosto, 2011

Ella...

- ¿Está bien? - Sí, creo que no ha comido, por eso se desmayó, tráele una coca, no seas mala. - Sí, voy. Ella abrió los ojos y se descubrió a sí misma en un cuarto blanco, acostada en un sillón pequeño, con el pantalón y el sostén desabrochados. Un rostro amable y barbón la observaba soplándole con un fólder vació. - ¡Hola! - Le dijo muy sonriente el hombre de la barba. - ¿Hola? - ¿Te sientes bien?... Te desmayaste hace un rato en la calle... - Ah, sí, estoy bien, gracias. - ¡Cuidado! No te levantes, mejor quédate ahí un rato. Ahorita te traen una coca para que te sientas mejor. - Yo... - No es pregunta. - Sonrió.- No te voy a dejar que te vayas hasta que te la hayas tomado, es un hecho. Ella lo miró con una mezcla de asombro e incomodidad. Le sonrió por compromiso. ¿Quién es? Sé que lo conosco, se me hace familiar, pero... ¿dónde lo he visto? No se parece a ningún actor, ¿o sí? Le tomó unos segundos más recordar su voz. ¡Es él! Recordaba entonces a su hermano, en la prep...

Tiempo después

Después de una ausencia necesaria del ciberespacio, regreso al blog. Tengo como mil cosas en la cabeza, quisiera decirlas todas pero ni el tiempo ni la página son suficientes. Revolución me ha estado pegando de gritos en los oídos, quiere salir corriendo de mis neuronas y materializarse. He leído las noticias, algunas -si leo todas todos los días me voy a volver loca de coraje-, y cada vez que lo hago siento cómo su voz me apabulla la cabeza, quiere salir. El problema aquí es que ninguna de las dos -ni ella ni yo- estamos convencidas de tomar el toro por los cuernos de manera solitaria y empezar a darle de palos a la situación absurda en que vivimos, aunque las dos creamos que ya va siendo hora de un cambio radical. Si no logro cambiar mi historia, cuando menos cambiaré la suya. Aquí se las voy dejando a pedacitos. Su nombre es Revolución y necesita ser escuchada.