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Mostrando las entradas de agosto, 2006

Dragón de agua ( ¡4! )

La noche cae tranquila entre murmullos de mar que acaricia arenas. El horizonte se va vistiendo de gris conforme el sol se oculta tras las montañas de la sierra, el este se está platinando y choca con el mar bajo un estruendo azul que difumina aire y agua. La brisa sopla desde el océano, roza las olas, juega con los cabellos de quien se pasea sobre el arena, mezcla su sal marina con el trinar de los pájaros que se despiden del día para irse a dormir. Ella camina por la playa con una tranquilidad recorriéndole las venas. Siente la brisa sobre su rostro, la respira y le resulta como una droga marina que la invita a refugiarse entre las aguas y los mil sueños que guarda el mar sin tiempo. Cierra los ojos y aspira profundamente esa sal que penetra sus ideas, mira de nuevo el horizonte y baja la vista a la arena cercana... Ahí está, exhalando un aliento de fuego acuífero, con la cabeza saliendo de la tierra, los ojos de azul que bulle, los largos bigotes de espuma salada y las escamas color...

El deseo último

Lo sé, era sólo un pedazo de día, sólo un momento, minutos vibrantes en una hora insomne de luz solar. Lo sé, también fue un desliz de Fortuna, un instante en que su giro se detuvo abrupto y caímos la una sobre la otra sin querer queriendo. Verás, es que miré tu sentir entre tus pupilas y ante tanta claridez no pude detenerme, tenía que sentirlo yo también. Y es que ese juego de luces entre tu mirada fulgurante y tu sonrisa de nieve me dio ánimos para imaginar lo inimaginable, para soñar despierta con tanta desesperaciòn de dormir que no pude contenerme. Así fue... así es, la fantasía disuelta entre polvos de arena que penetran las grietas de mi ensueño y escuecen las entrañas con irremediable estremecimiento. Así será... será que si te pesco una noche entre la soledad de las estrellas no detendré a mis poros y exhalaré para ti el último aliento de un infierno que se mezcla entre aguas saladas. No intentes contenerme, tendré cuidado de no devorarte sin remedio, de no llagar esa piel qu...