Siento la garganta adolorida, atiborrada de alguna especie de nudos consecuentes que se mueven hacia arriba y hacia abajo sin ton ni son. Me siento fatal. Desde que las luces se apagaron anoche en el teatro y todo quedó vacío, yo siento los nervios crispados y unas ganas incontenibles de llorar. Me he mantenido al margen del drama, como siempre, mero espectador. Ni a tramoyista llego, imposible. Ella lo miró con desdén y él volteó el rostro a la nada como no queriendo saber de qué se trataba. Ella salió del escenario sin decir una palabra y él se quedó llorando con el rostro enrojecido de furia. Ella volvió. Él le dijo que se fuera, que no volviera más. Ella quiso replicar. Él la miró con dureza. Callaron. Empezaron a bailar una especie de tango embravecido de miradas y palabras cortantes. Se laceraron las pieles a golpes verbales. Se acercaron a milímetros. Se alejaron kilómetros en sólo dos sonidos. Ella respiró muy hondo, sus ojos se helaron y su expresión se puso rígida. Él la vio ...
Conversaciones en el vacío de muchas voces.