Empezó a sentirlo la mañana del 3 de diciembre. Habían corrido los meses a su lado desmejorándole la salud poco a poco y ahora se sentía inminente. El hombre azul miraba el ocaso de un día de enero junto al término de su propia vida. Se sentía acabado, desgastado por las oleadas constantes de ira, inseguridad y odio que habían asaltado a su cuerpo desde incios del año pasado. Ahora estaba tirado en una plazuela desierte sin ánimos de moverse, agazapado en su propia sombra cual animal herido. Su corazón palpitó de pronto con esa rapidez que le aceleraba los pensamientos. Lo deseaba ahora, lo necesitaba AHORA. Su cerebro le gritó a su cuerpo que se levantara y comenzará a andar. K había desaparecido, después del accidente automovilístico que él había provocado, jamás había vuelto a verle el rostro. K sabía muy bien cómo hacerse pasar por fantasma. El hombre azul recordaba aquellos momentos en que K había aparecido de improviso y se había esfumado al segundo siguiente sin dejar rastr...
Conversaciones en el vacío de muchas voces.