Ir al contenido principal

The reunion

Falling asleep, Revolution stared at the ceiling with her eyes wide open, Fernanda left just a few minutes before. They had being drinking and chatting. Revolution felt some comfort sliding down her throat, she had suddenly forgotten the horrors of the last days. The memories kept coming, old days, they seemed so far away, so lost, so unreachable now. Fernanda knew, when she left, that Revolution would go back to her eternal blackness, there was nothing to do about it. Fernanda was kinda gray herself. There was nothing to do about it. The truth, the horrible heavy truth, was that the scars taken by the war were impossible to erase. They were tattooed so deep in their minds. For a night -at least- they didn't hurt anymore. Revolution closed her eyes when the sun started to appeared in the horizon. She didn't dream, there where no nightmares to hunt her today. For a few days the warm feeling of comfort stood with the girls, even China notice the change in Revolutions face.

- Are ya smiling? Sweetie, are you smiling?
- Why do ask?
- I've never saw you smiling, I think... nop, never.
- There's always a first time, ain't it?
- Hahaha, yeah, always a first.
- So... what is it? Is it a guy? I've never heard ya mention a guy...
- No, it isn't a guy.
- A girl then?... a girl!
- Hahaha, it is a girl indeed, an old friend... not what you think.
- A girl... friend.
- No, no, just a girl who is friend, a very old friend form... well, home.

In many years, this was the first time Revolution dared to think about her old country as home. For her, for all those who were involved in the movement, home was an ancient concept lost between bullets and suffering. Tonight, at least tonight, there was no place like home. Revolutions mind was in peace.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

A Gala

Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

Y...

No he dejado de escribirte. Estás en cada una de mis páginas, mis letras se han plagado de tu escencia y mi alma se ha quedado en el papel esperando sentirte de nuevo. No he dejado de pensarte. Cada vez que mis ojos se topan con el sol te recuerdan, ven el cielo queriendo encontrarte en las nubes y admiran la noche con el ardiente deseo de contemplarte otra vez. No he dejado de soñarte. He vivido entre fantasías, he amoldado mi realidad a mi ficción eterna, he construido un planeta aparte en el que nadie entra, nadie... excepto tú. Así fue que viviendo yo en la espesura de mi bosque ficticio te encontré en mi mundo y no te miré como a una extraña. Así fue que te volviste parte de mi apenas mis ojos notaron a los tuyos y te será imposible salir de mis sueños. Yo no he dejado de tenerte... ni en mis palabras, ni en mi mente, ni en mis sueños. Ahora mi mundo está plagado de ti, mi alma está abrazada por la tuya y yo estoy irremediablemente perdida en tus suspiros.

Drew

Era un ser pequeñito, chaparro y flaquito, o así me lo pareció. Sus ojos enormes me miraron por primera vez en el salón donde solíamos reunirnos con los demás, estaba escondido entre las sombras, con sus manitas verdes apenas saliendo de la túnica negra grisácea que siempre usaba, pegadas ambas a los costados de su cuerpo, su gran nariz sobresalía con su fleco amarillo anaranjado de la capucha que nunca se quita. No conozco su rostro, tengo que admitirlo, he visto sus ojos porque brillan, pero nunca he visto su rostro. Camina chistoso, como dando brinquitos, sus pies rara vez salen de la túnica que arrastra por todos lados. Nada le acompleja, anda siempre sonriente, lo cual es raro para un ser de tan pequeña estatura y tanta extrañeza. No habla, apenas suelta uno que otro sondillo casi chillón, todo lo dice con gestos, es un maestro para darse a entender con las manos. Escribe con cierta solemnidad, en una letra barroca, recargada de florituras, como si fuera una pequeña imprenta de h...