Ir al contenido principal

Anoche

Hablé con la voz baja, en un susurro que sólo sus oídos pudieron escuchar mientras bailaba al compás de esa música estruendosa. Me oyó de milagro. Parece que fuera un sueño. Su cuerpo moviéndose tranquilo, cadencioso, impaciente. Sus ojos clavados en mí, los míos en ella. Sus manos bailando con el viento y su sonrisa entre las miradas de los otros. Estaba ella a lo lejos, yo aquí, cerveza en mano, bailando sola. Se acercó a mí. Recuerdo sus movimientos pausados, acompasados, y su sonrisa luminosa entre la penumbra del antro.
Después del "hola" vino la narración de sus últimos días. Después del primer roce, sus dedos tomaron a los míos, su frente llegó a mi rostro y sus labios tocaron mi boca. La música siguió sonando y yo seguí esperando que se detuviera. Ella pedía lo mismo mientras acariciaba mi brazo. Mi mano en su cintura, la suya en mi cuello. Los ojos ajenos sobre nosotras. Sentí que lo sabía todo de ella, que la conocí tiempo atrás y sólo había vuelto a mí para terminar una historia que nunca comenzó...


Comentarios

  1. te sigoo!! Pasate por aqui anda, y dejas tu huellita ;) http://lauritabm.blogspot.com/

    ResponderBorrar
  2. "terminar una historia que nunca comenzo". Algo parecido me paso a mi, aunque yo quisiera que fuera "empezar una historia que nunca termino.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

A Gala

Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

Y...

No he dejado de escribirte. Estás en cada una de mis páginas, mis letras se han plagado de tu escencia y mi alma se ha quedado en el papel esperando sentirte de nuevo. No he dejado de pensarte. Cada vez que mis ojos se topan con el sol te recuerdan, ven el cielo queriendo encontrarte en las nubes y admiran la noche con el ardiente deseo de contemplarte otra vez. No he dejado de soñarte. He vivido entre fantasías, he amoldado mi realidad a mi ficción eterna, he construido un planeta aparte en el que nadie entra, nadie... excepto tú. Así fue que viviendo yo en la espesura de mi bosque ficticio te encontré en mi mundo y no te miré como a una extraña. Así fue que te volviste parte de mi apenas mis ojos notaron a los tuyos y te será imposible salir de mis sueños. Yo no he dejado de tenerte... ni en mis palabras, ni en mi mente, ni en mis sueños. Ahora mi mundo está plagado de ti, mi alma está abrazada por la tuya y yo estoy irremediablemente perdida en tus suspiros.

Drew

Era un ser pequeñito, chaparro y flaquito, o así me lo pareció. Sus ojos enormes me miraron por primera vez en el salón donde solíamos reunirnos con los demás, estaba escondido entre las sombras, con sus manitas verdes apenas saliendo de la túnica negra grisácea que siempre usaba, pegadas ambas a los costados de su cuerpo, su gran nariz sobresalía con su fleco amarillo anaranjado de la capucha que nunca se quita. No conozco su rostro, tengo que admitirlo, he visto sus ojos porque brillan, pero nunca he visto su rostro. Camina chistoso, como dando brinquitos, sus pies rara vez salen de la túnica que arrastra por todos lados. Nada le acompleja, anda siempre sonriente, lo cual es raro para un ser de tan pequeña estatura y tanta extrañeza. No habla, apenas suelta uno que otro sondillo casi chillón, todo lo dice con gestos, es un maestro para darse a entender con las manos. Escribe con cierta solemnidad, en una letra barroca, recargada de florituras, como si fuera una pequeña imprenta de h...