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Carla...

Es la mañana del tercer día, Carla está acostada en una cama desconocida con los ojos bien cerrados y las manos aferradas a sí mismas. Puede sentir el dolor de la espalda que ha estado demasiado tiempo en posición horizontal. La briza que se cuela por una puerta entreabierta le deja el olor a medicina clavado en la nariz. Intenta despertar pero es casi imposible, siente un cansancio pesado y molesto en los párpados que no puede evitar. Una mano toca la suya, puede percibir los dedos que la rodean y está segura de que es una mano conocida. Una voz se oye a lo lejos, la llama, le habla despacio y es casi imperceptible.
- Carla... ¿estás ahí? Estás en el hospital, ¿sabes? Pero no pasa nada, estás bien y estarás mejor muy pronto. - La mano retrocedió.
- Andy, creo que debes descansar y desayunar. Yo me quedo con ella, no te preocupes. - Lia y Andrea conversaban junto a Carla. Ella pudo escucharlas y quiso decirles que estaba bien, pero las palabras se quedaron atoradas detrás de sus dientes. Carla se sintió inútil y frustrada.
Un gesto repentino de enojo apareció en la frente de Carla y Lia pudo notarlo. Andrea ya no estaba ahí. Lia se levantó rápido de la silla donde se encontraba, tomó la mano de Carla y acarició su rostro mientras suspiraba aliviada. Estaba segura de que su amiga no tardaría en despertar. Besó su frente y habló.
- Hey, Carlita, no desesperes. Estoy contigo y sé que despertarás pronto... Oye, tengo mucho que contarte... Álvaro está como loco, ¿sabes? Anda de un lado para otro, saliendo con un hombre y con otro pero sin hacer nada, no puede, te trae en la cabeza y se le olvida todo lo demás. Andy no se ha querido despegar de ti, ayer tuve que obligarla a irse a dormir y a comer... y a bañarse, uff, olía bastante mal, jeje. Hoy se fue más fácil. Sara ha venido también, trajo un globo, dice que su prima siempre ha dicho que los globos la ayudan a sentirse mejor y que fue lo único que se ocurrió, bueno, también me trajo un café... ay, ya me puse roja, que bueno que no me ves, jeje.

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Te estás volviendo recurrente, cada vez que cierro los ojos veo los tuyos en vez de los míos. El bosque detrás de tus pupilas se hace real y yo me interno en tu búsqueda. Haz hablado conmigo de mil cosas que conoces y todas ellas han sido reales al despertar. Me pregunto si estarás ahí cuando me hagas falta... me has dicho que sí. Te he soñado como nunca, una vez tras otra en instantes inconexos que se vuelven obsesivos cuando abro los ojos y entiendo que no fueron en verdad. ¿Lo fueron? Ayer me dijiste que volverías, lo hiciste con tus labios contra mi oreja, mi subconsciente te creyó. Hoy desperté con el pecho vacío, como si algo me hubiese robado el aliento mientras dormía, recordé que estuviste en mis sueños... Todo lo que queda son preguntas con respuestas perdidas en el tiempo. Lo sé, está cerca...

Y...

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Drew

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